EL ULTIMO VIAJE DEL `GUERNICA'
El mural de Picasso recorrió el polémico kilómetro en 30 minutos
Media hora escasa tardó ayer el mural Guernica en recorrer el polémico kilómetro que separa el Casón del Buen Retiro del Centro de Arte Reina Sofía. El viaje, realizado en un camión blindado, empezó a las 9.30. La obra más célebre de Picasso hizo el recorrido escoltada por más de un centenar de policías y unos 150 periodistas. Los madrileÑos estuvieron ausentes en un recorrido en el que no participó ningún familiar del pintor. El ministro de Cultura repitió hasta la saciedad que estaba convencido de haber tomado la decisión correcta.
Sólo periodistas y policías escoltaron al 'Guernica' en su viaje al Reina Sofía
Poco antes de las seis de la mañana, el interior del Casón podía verse totalmente iluminado por los focos de las cámaras de televisión que filmaban el mural empaquetado y protegido por una manta antibalas. La fachada que da a Alfonso XII y la puerta principal, con acceso a Felipe IV, estaban protegidas férreamente por los GEO. Una grúa y el camión que después trasladaría el Guernica estaban ya estacionados en Felipe IV. Cultura había convocado a. las 8.30 , aunque decenas de periodistas se fueron agolpando mucho antes, sin ningún premio a su puntualidad, ya que hasta las nueve no se oyeron desde fuera unos tímidos aplausos con los que se podía suponer que la ceremonia iba a comenzar. Las palmas procedían de las manos del ministro de Cultura, Jordi Solé Tura; el subsecretario, Santiago de Torres; el director del Museo del Prado, Felipe Garin; la directora del Reina Sofía, María Corral, y el presidente del Patronato del Reina Sofia, José Lladó, entre otros. Celebraban así la colocación del Guernica en la enorme caja en la que había de emprender su último, es de esperar, viaje.El mural estaba ya listo para ser capturado por el gancho de la grúa, aunque tendrían que transcurrir casi 30 minutos más hasta que el cuadro pudiera ser encajado por la ranura superior del camión y emprender un viaje que empezó en el MOMA neoyorquino, se detuvo una década larga en el Casón y ayer concluyó en el Reina Sofía.
Toda la operación fue seguida atentamente por los periodistas a quienes se les exigió con rigor que llevasen una tarjeta de identificación proporcionada por El Prado. Pese a todas las medidas de seguridad anunciadas, el inevitable grupo de turistas japoneses logró colocarse en primera fila, sin identificación alguna, y sacaron fotos como el que más.Tristeza en El Prado
Desde el mirador de la fachada principal, un grupo de funcionarios del Casón contemplaba, con un punto de desolación, la salida de la mítica obra de Picasso. Esa misma tristeza se podía observar entre los funcionarios del palacio de Villanueva cuando, como si de una comitiva real se tratara, el camión blindado descendió por la calle de Felipe IV hasta desembocar en Neptuno y proseguir por el paseo del Prado hasta entrar en los sótanos del Reina Sofía por Atocha. El camión iba rodeado por una decena de furgones policiales, que hacían sonar sus sirenas, mientras los periodistas aceleraban el paso para no perder de vista el cortejo. Un helicóptero de la policía sobrevolaba el recorrido. Algún que otro viandante paraba a los periodistas para preguntar sobre la identidad del ocupante del vehículo blindado. La respuesta de "es el Guernica" parecía cortar el entusiasmo levantado ante la posibilidad de ver de cerca algún personaje famoso.
Pasadas las diez de la mañana, la comitiva entró en el patio posterior del museo, y de ahí el Guernica fue trasladado al almacén. El mural no pasó delante de la pintada negra dibujada con aerosol ante la fachada principal y en la que se puede leer "el Guernica para Guernica".
Cultura había asegurado que el mural se podría ver expuesto -sólo especialistas y periodistas- a última hora de la mañana, pero se pospuso hasta las 18.30 horas. Los expertos habían aconsejado que el Guernica "descansase" unas horas en su caja. Luego comenzó el desembalaje, manta antibalas incluida.
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