Volar es un placer

Decidimos mi marido y yo mandar a la niña a Canadá por Iberia a casa de unos amigos para perfeccionar su inglés, y por ese sexto sentido que dicen que tenemos las mujeres (cada día creo más en ello), busqué una acompañante amiga mía de 28 años (mi hija tiene 14).Solicité en una agencia de viajes dos billetes de ida y vuelta cerrados para que no tuvieran problemas de lista de espera, y cuál fue mi sorpresa (la primera que me llevé en el día) al comprobar que Iberia tiene una moda, que no sé si es de ahora o viene de hace tiempo, de vender más billetes de la capacidad del avión. Según ellos, es por si algún pasajero no viene.

Después de mucho discutir con los empleados, que no pierden la compostura ante nada ni nadie -yo no, pero allí les dijeron de todo-, las dos personas (mi hija y mi amiga) embarcaron y nos vinimos a casa sobre la una de la tarde.

A punto estuve de desmayarme cuando a las 16.30 llaman del aeropuerto diciendo que las habían echado del avión y que éste había salido y que ellas van a salir al día siguiente vía Nueva York.

A las 19.30 llaman que van a coger un avión para Londres y que al día siguiente salen por Air Canada hasta su destino en una ciudad de la isla de Terranova.

Conclusión: ocho horas en el aeropuerto, 38.000 pesetas de indemnización, comida, cena, noche en Londres en un hotel de lujo, desayuno y viaje a Canadá en asiento preferente, dos personas con ellas todo el tiempo, etcétera. Están bien atendidas, pero me dan los siete males sólo de pensar que hubiera podido ir la niña sola y a su padre y a mí nos hubiera dado por irnos una semana a algún sitio.

¿Cómo no va a tener pérdidas Iberia si con esto han pagado más de lo que yo me gasté en el billete?

¿Y las maletas, dónde están? Porque van vía Toronto.-