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Llueven grauadas sobre Sarajevo

La población no tiene confianza en las negociaciones de paz

Un zumbido aterrador advierte de la llegada de una nueva bomba. Décimas de segundo después, el impresionante estruendo del impacto. Las granadas de mortero caen de improviso, sin. distinguir entre objetivos civiles y militares. Sarajevo vivió la noche del jueves otra noche infernal, colofón de una jornada que se cobré nuevas víctimas.

La diana puede ser un edificio deshabitado, una vivienda con una familia en su interior, una fábrica o un descampado. Todo depende de la puntería del artillero. A la mañana siguiente, el portavoz de las fuerzas de las Naciones Unidas informa con tono aséptico en el encuentro diario con los periodistas que la jornada ha sido más o menos tranquila, aunque siete personas resultaron muertas y 16 heridas por granadas de mortero.Los francotiradores continúan sembrando el terror con la mayor impunidad, aunque uno de ellos cayó abatido por los disparos de un soldado canadiense de las fuerzas de protección de las Naciones Unidas (Unprofor), que respondió a un ataque. En los cruces de calles de Sarajevo se erigen barricadas a modo de protección contra los disparos de fusiles anónimos. Los transeúntes no caminan, corren, lo que aumenta la sensación de histeria colectiva. Algunos autobuses vuelven a circular por la ciudad tras los recientes ataques sufridos, pero ahora los conductores se protegen tras grandes placas metálicas instaladas junto a la ventanilla. Trece de ellos han muerto desde el comienzo de la guerra.

Ni luz ni agua

Amplias zonas de Sarajevo están sin agua corriente y sin luz, y las líneas telefónicas con el exterior están seriamente dañadas. Camiones cisterna distribuyen por diversos puntos de la ciudad agua que los residentes recogen en bidones. La desesperación cunde entre la población. Además, las informaciones que llegan de la reunión mantenida en Londres por los representantes de las partes en conflicto no aportan alivio alguno.

En los círculos próximos al presidente bosnio, Alia Izetbegovic, se reitera que no se puede negociar con la pistola en el cuello y desde la posición de debilidad que representa la ocupación serbia de una gran parte del territorio de Bosnia. La única opción es, según la opinión predominante, la continuación de la guerra con la esperanza de una intervención exterior.

El tiempo corre a favor de las fuerzas serbias que combaten por ampliar y consolidar sus posiciones en Bosnia, mientras los croatas hacen lo propio en Herzegovina. Sin testigos, situaciones desesperadas como la que vive la ciudad de Gorazde son un elemento más de la lógica de una guerra que sólo se libra ante los periodistas desplazados a Sarajevo.

Un convoy de siete camiones con remolque con alimentos y medicinas de la organización francesa Equilibre lleva tres días en Sarajevo a la espera de la autorización para viajar a Gorazde escoltado por fuerzas de las Naciones Unidas. Uno de los responsables de la organización señalaba ayer que el cuartel general de las fuerzas serbias en Pale y Lukavica ha garantizado el paso a través de sus líneas, pero sin responsabilizarse de la actuación de francotiradores.

El representante francés agregó que no obtuvo idénticas garantías de las fuerzas bosnias en el camino hacia Gorazde.

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