De cuartel a discoteca
¡Han hecho del cuartel del Conde Duque una inmensa discoteca! He visto a lo largo de estos años transformarse lo que era un aparcamiento de coches, la plaza de Guardias de Corps, en un oasis arbolado donde juegan los niños y descansan los ancianos del barrio y, frente a ella, una fea ruina en un bien proporcionado edificio, donde ahora resalta debidamente su espléndida puerta plateresca, destinado a albergar lo mejor de la cultura madrileña. La nueva vida del viejo cuartel ha marcado también el resurgir del barrio: las casas a su alrededor se han despojado de sus horribles mugres y lucen ahora alegres colores. Muchos centenares de millones ha costado todo eso al pueblo de Madrid para que ahora sirva de negocio a avispados, y seguramente bien relacionados, empresarios de la noche, amargando la vida a todos los vecinos. Pero es que el nuevo destino que se le da a lo que iba a ser antro de cultura plantea también otros peligros. He visto montones de sillas obstaculizando la salida del local donde se encuentran los ordenadores del Centro Municipal de Informática (¿ha imaginado alguien la posibilidad de un incendio?) y me estremezco al pensar en la seguridad de los datos que alberga ese centro: el padrón de habitantes, los impuestos que pagamos, etcétera, cuya vigilancia no debe ser nada fácil en medio de miles de personas tomando copas y de atronadores decibelios. ¿Realmente compensa de todo eso el alquiler que recibe el Ayuntamiento por nuestro cuartel?-.
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