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La oposición mexicana considera segura su victoria en las elecciones de hoy

Los Estados mexicanos de Chihuahua y Michoacán eligen hoy gobernadores en medio de un crispado ambiente político en el que se cuestiona a priori el sistema electoral del país, en manos del Partido Revolucionario Institucional (PRI), y que tiene preocupado al presidente, Carlos Salinas de Gortari. Los dos partidos de oposición, el Partido de Acción Nacional (PAN, derecha) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD, izquierda) están seguros de su triunfo.

Ambas formaciones acuden a las urnas con grandes posibilidades de hacerse con el control de uno y otro Estado. Se miden, sin embargo, con un PRI que, pese a sentirse arrinconado por la presión popular, no está dispuesto a ceder sus históricas cotas de poder.Tanto el PAN, que tiene su feudo en Chihuahua, como el PRD, cuyo bastión es Michoacán, se han crecido ante unas elecciones convertidas más bien en un cuerpo a cuerpo de cada uno de estos con el PRI que consideran ganado de antemano.

El PAN se juega en Chihuahua la posibilidad de gobernar un tercer Estado en el país y consolidar su ascenso como oposición moderada que sabe llegar a arreglos con la presidencia.

El partido que lidera Cuauhtémoc Cárdenas, sin embargo, tiene en Michoacán, además de posibilidades de hacerse con el os Gobierno, un termómetro que le permitirá averiguar si sigue siendo una alternativa de cara a las elecciones presidenciales de 1994 o empieza a caer en un ostracismo provocado por sus cuatro años de oposición radical.

Pese a que se trata de elecciones muy concretas, el PRI, más que el tradicional y desgastado partido que lleva hegemónicamente mandando desde hace 63 años, es identificado por el electorado con la política reformista de Salinas, lo que le crea también expectativas de triunfo. Las encuestas le sitúan muy igualado con el PAN en Chihuahua y por encima del PRI en Michoacán.

No obstante, caso de que coincidan estos pronósticos con los resultados finales, la contestación se prevé escandalosa amenazadora con movilizaciones por parte de los dos partidos de oposición.

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La degradación del sistema electoral mexicano, sobre el que se han invertido en los últimos cuatro años cantidades astronómicas para adecentarlo, no cuenta con la confianza de la oposición, que ve tras de él viejas prácticas priistas tendentes al fraude y a la trampa.

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