Los camioneros franceses vuelven al trabajo con una sensación de derrota
El largo puente del 14 de Julio, día de la fiesta nacional, comienza hoy, y seis millones de franceses se aprestan a viajar por las carreteras de su país, despejadas al fin de las barricadas de camiones. Francia, encrucijada vital del transporte europeo, como ha probado la revuelta de los camioneros, respiró ayer muy hondo tras nueve días de caos. Pero la amargura escocía en los corazones de los 10.000 conductores que participaron en la batalla contra el permiso de conducir con puntos.
Los camioneros tenían la impresión, al volver a circular, de haber sido derrotados en toda regla. Luchaban por la abolición del sistema de puntos del carné de conducir, y éste sigue vigente. Al precio de una de las situaciones más caóticas de la reciente historia francesa, el Gobierno de Pierre Bérégovoy ha conservado un sistema destinado a intentar reducir las 10.000 muertes anuales en las autopistas y carreteras del país.Bérégovoy evita dar la impresión de que los conductores han combatido por nada. Los portavoces gubernamentales seguían haciendo ayer una gran publicidad del acuerdo que mejora las condiciones de trabajo de los camioneros, les garantiza la conservación de los puestos de trabajo en caso de pérdida del carné de conducir y establece la corresponsabilidad de sus patronos en las infracciones provocadas por las prisas excesivas. Los pequeños empresarios, por su parte, han conseguido una limitación de la "competencia salvaje" que desde 1987 regía el sector del transporte por carretera.
Durante nueve días, la cólera de los camioneros paralizó el tráfico rodado, desencadenó una oleada de reivindicaciones corporativistas, comenzó a asfixiar la actividad económica y tuvo repercusiones en los sectores agrícola y turístico de países como España.
Tras unos días de inmovilismo, el Gobierno cogía el toro por los cuernos el lunes. Envió a 13.000 policías a desalojar a los camioneros y patrocinó el acuerdo con las organizaciones empresariales y sindicales.
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