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Tercer fracaso ante la Ronda Uruguay del GATT

Por tercera vez consecutiva, los líderes del G-7 han tenido que reconocer públicamente su impotencia para cerrar los acuerdos comerciales de la ronda Uruguay. En las cumbres de Houston (1990) y Londres(1991), los presidentes del grupo de los siete llamaron la atención sobre la importancia de cerrar las negociaciones, que se desarrollan en el seno del GATT, lo antes posible. Sin embargo, los sucesivos ultimatos han ido pasando sin que se consiguiera cerrar la ronda.En esta ocasión, los siete han conseguido avanzar considerablemente, según reconocían ayer el presidente de Estados Unidos, George Bush, y el primer ministro alemán, Helmut Kohl. Pero no lo suficiente como para poder anunciar un acuerdo político. El propio Kohl atribuía a "razones de calendario" -en clara alusión al referendum francés y a las elecciones norteamericanas- la imposibilidad de cerrar las negociaciones, aunque se mostraba muy seguro respecto a una rápida solución.

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Así las cosas, los líderes del G-7 han repetido las fórmulas de años anteriores al referirse a las negociaciones comerciales en su declaración económica final. "El éxito de la ronda Uruguay será una contribución esencial al futuro de la economía mundial", afirman, "y lamentamos la lenta marcha de las negociaciones desde que nos vimos en Londres el año pasado". Dicho esto, el G-7 concluye con la esperanza de que se pueda llegar a un acuerdo definitivo antes de final de 1992.

Una vez concluida la cumbre, los principales líderes mostraron públicamente su preocupación por este nuevo fracaso, aunque todos ellos se mostraron convencidos de que el acuerdo podría cerrarse una vez que Mitterrand haya superado el referendum sobre Maastricht -el 20 de septiembre- y Estados Unidos haya elegido en noviembre a su presidente. El primer ministro británico, John Major, insistía por su parte en que había razones para el optimismo, como queriendo excusar sus primeros anuncios de acuerdo al comenzar la cumbre.

El más pesimista era François Mitterrand, que afirmaba: "Francia y la CE ya hemos cumplido nuestra parte, ahora le toca a Estados Unidos. No se puede pretender firmar un acuerdo tan trascendente sin que las dos partes se acerquen hasta la mitad del camino que les separa". Preguntado sobre el nuevo plazo que volvieron a dar sus colegas del G-7, Mitterrand afirmó: "Si no concluimos en 1992, continuaremos negociando en 1993".

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