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El Gobierno de Moscú abandona el control del déficit presupuestario, uno de sus principales objetivos

El control del déficit presupuestario, uno de los objetivos primordiales de la reforma económica rusa, ha sido de hecho abandonado por el Gobierno de Moscú, pese a la insistencia del Fondo Monetario Internacional en que se mantuviera a toda costa. Ante las presiones parlamentarias, el Ejecutivo ha aceptado finalmente que el déficit se sitúe a final de año en 588.000 millones de rublos (unos 4.000 millones de dólares), 2,4 veces más que el previsto por el propio Gobierno hace tres meses."Estamos empezando a gastar más de lo que podemos, subrayó ayer ante los diputados el primer ministro, Yegor Gaidar, después de informar que sólo en mayo el déficit había sido de 60.000 millones, la misma cantidad que el acumulado durante los cuatro meses anteriores. Este aumento espectacular, determinado en parte por la relajación de la estricta política crediticia impuesta en los primeros meses de la reforma, llevó a Gaidar a pedir a la mayoría parlamentaria que desistiera de sus intenciones de rebajar el Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA), lo que le valió la airada respuesta del presidente del Parlamento, Ruslán Jasbulatov: "En materia de impuestos está usted muy equivocado. Estamos firmemente decididos a bajarlos".

A la perspectiva de un drástico incremento del déficit presupuestario contribuye de manera poderosa el plan gubernamental de conceder créditos por valor de 500.000 millones de rublos a las empresas necesitadas.

Estos créditos han sido tradicionalmente subvenciones camufladas y alejan bastante la política económica rusa de las posiciones ultraliberales deja primera fase de la reforma.

Esa cantidad, en todo caso, es considerada escasa por los directivos de las empresas estatales (todas las importantes), que forman en el Parlamento un poderosísimo grupo de presión y que tiene desde el mes pasado destacados representantes en el propio Gobierno reformista.

Ello es así porque las deudas entre empresas, uno de los problemas más acuciantes de la economía rusa en este momento, alcanzan los 2 billones de rublos, cuatro veces más que la cantidad prevista para los créditos extraordinarios. El ministro de Economía, Andréi Necháyev, defiende el mantenimiento del relativo control crediticio para evitar caer en la hiperinflación como problema mayor.

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