¿Y qué?
Día 16 de mayo de 1992. Utilizo el inefable artículo del señor Jesús Aguirre (diario EL PAÍS) como somnífero para combatir un galopante desvelo nocturno. Intentando desbrozar minuciosamente su impenetrable y críptico (tan es así que habría que ser duque de Alba para comprender lo que quiso decir el señor Aguirre) contenido, me vence al fin el sopor. Agradecido.La siguiente cita con el affaire Aguirre me aguarda el sábado 23 a cargo de Agapito Gómez Villa. De nuevo, ¡gracias!: hacía meses que no reía tan a gusto y distendidamente como lo hice con su carta.Cuando todo parecía finiquitado, tropiezo hoy (6 de junio) con la réplica del autor a la bienhumorada carta de su lector (un encomiable mérito que debe serle reconocido) extremeño. Desde su "confesión de modestia", eludiendo el "yo egocéntrico" (en medio del fárrago nominal -sin desperdicio- llega a citarse incluso por sus "alias") y partiendo de un sustrato de "puritita bondad", tiene a bien contestar al "buen señor de Cáceres" con un apabullante: ¿no quieres caldo?, pues... ¡dos tazas!
Esta réplica ni me ha hecho dormir (tampoco me ha quitado el sueño) ni mucho menos reír; únicamente me ha dejado un espectral regusto de pena ácida en el cielo del paladar.
Es palpablemente evidente la innecesariedad de ser académico para emplear tanto espacio en decir tan poco. Demostrado queda que tiene tanta capacidad para acumular nombres en la sesera como su señora título en el Ghotta (o como se escriba, que soy lego en la materia).
¿Y qué?- Un buen señor de
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