Un edificio símbolo en sí mismo
La relación entre la obra de arte y el espectador ha sido la dominante para el planteamiento de las exposiciones y museos de nuestro siglo. Pero existe también una relación fundamental entre la obra de arte y su situación, a la que los museógrafos tienden a dar cada día mayor importancia. La tensión entre la luz, el espacio y los volúmenes crea una atmósfera que enriquece la experiencia estética. Para Thomas Krens, la importancia de los edificios que albergarán las ramificaciones de la Fundación Guggenheim es prioritaria. "El edificio de Wright es un símbolo en sí mismo y una obra maestra de nuestra colección", dice Krens, "y como una gran pintura que ha sido restaurada y devuelta a su esplendor original, quitando las capas de barniz que se habían acumulado con los años, brilla ahora con una luminosidad insospechada".
Ese efecto es el que pretende lograr en las sedes que proyecta inaugurar en la próxima década. En Bilbao, el edificio de Frank Gehry podría cambiar la imagen de la ciudad y su dinámica cultural, y en Salzburgo, el diseño de Hans Hollein de un museo cavado en la roca de una montaña promete convertirse en otro monumento fabuloso.
Audacia y sorpresa
La audaz actitud expansionista del director. del Guggenheim tiene todavía sorprendido y confundido al medio artístico internacional. Muchos lo miran con escepticismo y otros lo critican abiertamente. La reapertura de la sede central del museo en Nueva York constituye el gran paso, en la práctica, de lo que hasta ahora había sido sólo comentado en teoría.
"La presentación de lo mejor de nuestra colección debe mostrar cómo los museos pueden ser estimulantes e inventivos sin sacrificar las tradiciones en las que se basó su desarrollo", afirma Krens. Todo parece normal en este museo reabierto, pero sus aguas profundas están cavando nuevos cauces.
Babelia
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