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Un secuestro en el ombligo politíco de Italia

La aparición de la oreja de un niño árabe raptado en enero pone en la picota al Gobierno de Roma

Una noticia de sucesos consiguió desplazar ayer de las primeras páginas de los diarios italianos las crónicas sobre su siempre candente realidad política: los secuestradores de Hasan Faruk, un niño árabe de ocho años desaparecido el pasado 15 de enero en un lujoso complejo turístico de Cerdeña, han enviado a sus padres una de sus orejas para obligarles así a acelerar el pago de más de 800 millones de pesetas como rescate.

Esta sangrienta gota de agua ha hecho colmar el vaso de la paciencia de la opinión pública italiana, y los diarios de todas las tendencias políticas han puesto el grito en el cielo. "El peligro es omnipresente en este Estado tan inseguro como Líbano, Colombia o Bolivia", protestaba el serio y frío periódico turinés La Stampa.

"Un país que se ve reducido a esta situación debe preguntarse al menos por las causas. Si lo hiciera, descubriría que la respuesta es una sola: porque ha sido y es gobernado por dirigentes que tienen miedo de gobernar; que tienen miedo de la Mafia y que, en lugar de combatirla, intentan ganársela haciéndole favores", señalaba L'Independente. "Serán cada vez más los que pidan la pena de muerte para los malhechores si el Estado sigue mostrándose desarmado y poco atento hacia la delincuencia", proclamaba LUnitá, el antiguo órgano del partido comunista.

El padre de Faruk, un hombre de negocios asociado al agá Jan, el principal promotor de la Costa Esmeralda sarda -uno de los lugares de veraneo más selectos de Europa-, dice que, además de no tener ese dinero, su fe ismailí le impide negociar. Y la televisión reitera la imagen sonriente y simpática de Faruk, sobreimpresa al relato de la deprimente historia.

Los secuestros de personas son una actividad primaria de la delincuencia italiana. Este sistema tiende a desaparecer cuando se consolidan actividades ilícitas de mayor envergadura. La mutilación de la oreja es habitual para agilizar las negociaciones, pero nunca había sido practicada a un niño tan pequeño.

En Italia, la mayoría de los secuestros se localizan en las zonas donde las organizaciones criminales son más atrasadas, como Calabria y Cerdefia. El padre de Hasan Faruk lo sabía, y había dotado a su villa de Porto Cervo de las más modernas medidas de seguridad, lo que no impidió que los bandidos sardos aprovecharan un descuido para hacerse con el niño.Podría haber ocurrido en otro lugar, pero el problema es que en Italia estos casos rara vez suelen ser resueltos por la policía.

"¿Cuántos hombres están buscando a Faruk? ¿Con qué medios? ¿Qué empeño ha puesto Roma en el caso? Pocos hombres, poco medios, ningún empeño. Sólo mucho silencio. ¿Logrará romperlo el llanto desgarrador de este niño árabe, que no tiene más culpa que la de ser hijo de ricos?", se preguntaba L'Unitá.

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