Ratzinger reafirma el caracter vertical y monárquico de la Iglesia
La Iglesia católica no nace "de la base", como algunos sostienen "erróneamente", ni puede "ser concebida com una suma o federación de iglesias particulares". Es, en cambio, una estructura esencialmente "vertical", en la terminología del cardenal Joseph Ratzinger o monárquica, en términos de la sociedad civil-, y "no por un principio organizativo externo, de tipo jurídico" histórico, en definitiva-, sino "por su propia esencia teológica".
El cardenal Ratzinger, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el ex Santo Oficio, presentó ayer en estos términos el contenido fundamental de su "Carta a los Obispos de la Iglesia católica sobre algunos aspectos de la Iglesia considerada como comunión". El documento recopila elementos doctrinales "que han de ser considerados puntos firmes", con el objetivo de salir al paso de cierta eclesiología posconciliar que ha interpretado "la fórmula pueblo de Dios en el sentido de una soberanía popular", y ha tendido "a reducir el concepto de comunión a una visión más o menos exclusivamente horizontal, sociológica".A ese enfoque, la Congregación contrapone una Iglesia unida "en la unidad del episcopado", la cual "implica la existencia de un obispo jefe del cuerpo o colegio de obispos, que no es otro que el Romano Pontífice". Dicha estructura no deriva del derecho, sino de su fundación divina, como tampoco es el derecho, sino "la caridad", el factor que regula "la pluralidad" en una Iglesia que "no es una realidad replegada sobre sí misma".
Destinatarias primeras del mensaje, y de sus implícitos anatemas, son las comunidades cristianas de base, a las que el documento alude de manera concreta, pero también otros "movimientos de oposición entre comunidad y jerarquía", como son los movimientos diocesanos de rechazo a obispos impuestos por Roma o a párrocos controvertidos en América Latina y Europa. Ratzinger precisó que la carta no se orienta contra ningún teólogo concreto, y su secretario, Alberto Bovone, pidió a los periodistas que dejen de dar una imagen persecutoria de la Congregación.
También para el diálogo ecuménico tiene consecuencias esta concepción eclesial, según se señala en la carta, que constata una comunión "no perfecta" con los ortodoxos y menos aún con los protestantes, al tiempo que expresa la "esperanza" de que "todos puedan reconocer el primado de Pedro en sus sucesores, los obispos de Roma".
La Libertad de Dios
Una tercera lectura puede ser hecha desde el Estado laico, ante el que la Iglesia se reafirma como una realidad ajurídica y en una "comunión de distancia crítica", según la expresión utilizada por Umberto Betti, rector de la Universidad Pontificia Lateranense. "Sobre la libertad de los hombres está la libertad de Dios", señaló Betti en la conferencia de presentación de la carta.La carta ha sido publicada una semana después de otra instrucción por la que Ratzinger recordaba a los prelados y superiores de órdenes religiosas ciertas obligaciones en materia de censura informativa. El prefecto descartó ayer, sin embargo, que la coincidencia en el tiempo de estos dos pronunciamientos fuera significativa. "Nuestros métodos de trabajo son tales", afirmó Ratzinger, "que nos resultaría imposible plantear una estrategia, aun en el caso de que la deseáramos".
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