Salvar la lectura

Estadísticas, estudios, sobre la lectura, lamentos de editores, crisis de libreros, resultados escolares, todo confluye para demostrar que la lectura ha pasado a ser un drama nacional, una calainidad que nos inflige una época fútil marcada por la postración ante la pequeña pantalla: los franceses no leen ya, o no leen lo bastante. Gutenberg está abrumado; McLuhan ha triunfado al afirmar que la imagen tendría un ía la piel de lo escrito. (...)Desde 1989, los indicadores de la crisis se han disparado. De hecho, en tres años la lectura ha sufrido un ataque en toda regla, que de nuevo le ha hecho perder terreno. Sus enemigos tradicionales se han fortalecido, diversificado, multiplicado y modernizado hasta alcanzar una potencia tal que sacude a todos los profesionales del libro. En orden de aparición: el magnetófono, el disco compacto y los juegos de vídeo. (...) Se impone una simple constatación: dos de cada tres alumnos no llegan a leer con fluidez en sexto curso. Su padecimiento con la lectura entre los 6 y los 13 años les lleva a menudo a abandonarla completamente al cumplir los 14 o los 15. A partir de ahí, el mal es casi irreversible.

La educación nacional, presionada para escoger la flor y nata del alumnado, abandona el combate y fabrica legiones de excluidos. (...) Optimistas y pesi mistas seguirán enfrentándose por mucho tiempo, alimentando ellos mismos la crisis. Mientras no se reconcilien los lectores con la felicidad de los textos...

6 de junio