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Maastricht y el programa de convergencia

y LUIS MARTÍNEZ NOVALLa debilidad de la economía española frente a la de los países más avanzados de la CE se sitúa, fundamentalmente, en menor empleo, peor dotación de infraestructuras, menor eficacia y en una menor cuantía de las prestaciones sociales. Pero ello, sin embargo, no constituye desventaja de tal entidad que impida aprovechar las oportunidades que tiene España, a juicio de los autores

El inicio, en los Parlamentos de las naciones miembros de la CE, de las ratificaciones de los acuerdos alcanzados en el Consejo Europeo de Maastricht ha supuesto el anuncio de la salida hacia la unión europea. Esta decisión ha abierto un vivo e intenso debate, que, en el caso de España, los socialistas venimos planteándolo como la oportunidad para discutir acerca de un gran proyecto nacional.Nos parece adecuada la controversia ante la opinión pública, ya que éste es un tema importante en el que es bueno conocer lo que piensan los ciudadanos y sus representantes políticos. En la evolución de la CE no es la primera vez que se produce este tipo de discusiones, ya que con frecuencia se ha oído decir que el avance en la integración se ha venido produciendo como resultado del impulso generado por sucesivas tensiones.

La evidencia de que se ha producido un proceso discontinuo la tenemos cercana. En la segunda mitad de la década de los ochenta, la CE entró en una fase de ralentización del proceso integrador, mientras que en los primeros años de la presente década se produce, en el mismo, una aceleración sin precedentes. Fenómeno claramente diferenciado en el panorama internacional, ya que resulta sencillo encontrar múltiples tendencias centrifugadoras ocasionadas en Europa por el colapso ocurrido en todas las naciones que integraban la Europa del Este. Frente a él, la Comunidad Europea es en nuestro continente la única zona poseedora de estabilidad y vocación integracionista.

Por ello, a la Europa comunitaria se le ha venido planteando la necesidad de jugar un papel más activo en el orden internacional, lo que la obliga a dotarse de los instrumentos precisos para desempeñar ese cometido. La reforma del Tratado de Roma se plantea así como la modificación institucional que va a permitir acompasar el desarrollo de los distintos ámbitos comunitarios a las exigencias presentes.

Dentro de los acuerdos alcanzados, los más significativos son la unión económica y monetaria y las políticas de cohesión económica y social.

El Consejo de Europa acordó definir la fase final de la unión económica y monetaria estableciendo un periodo transitorio hasta llegar a la misma. Es decir, pone contenido y fechas a un proceso en el que va a ser preciso cumplir unos objetivos.

Masa crítica

El periodo transitorio alcanza hasta el año 1997, fecha en la que se sustituirán las monedas nacionales por el ecu. El paso a esta última fase se producirá si se constata que una masa crítica de naciones (más de la mitad del total) cumplen unas determinadas condiciones (criterios de convergencia nominal) en inflación, tipos de interés, déficit público, deuda pública y estabilidad en el tipo de cambio de las monedas.

Los criterios de convergencia suponen un mínimo para cada miembro, constituyendo un código de buena conducta al que deben aspirar aquellas naciones que pretendan la estabilidad de precios y el mantenimiento de un crecimiento económico duradero y equilibrado. Los Estados miembros de la Comunidad Europea han asumido el compromiso de elaborar programas, sometidos a la supervisión de la Comunidad, donde se garantice el cumplimiento de los criterios objetivos exigidos para pasar a la fase final de la unión económica y monetaria.

Cuando aún no se han agotado los efectos del impacto ocasionado en España por el primer impulso integrador y liberalizador (1986), la dinámica que ha desencadenado el último Consejo Europeo hace que estemos ante una nueva etapa caracterizada por la apertura de los mercados de factores y por la integración de algunas políticas económicas que hasta ahora los Estados miembros se habían reservado para sí (monetaria, fiscal o cambiaria). Pasar de un mercado interior sin moneda común a una unión económica con moneda única exige una tarea de aproximación por parte de quienes participan en el proceso. Con el fin de cumplir los compromisos de Maastricht y de acercar nuestra economía a la de nuestros socios europeos, el Gobierno ha presentado a las Cortes generales un programa de convergencia en el que se fijan unos objetivos macroeconómicos y se señalan -de forma no exhaustiva- un conjunto de políticas que -sin agotar la tarea reformadora- puedan servir para plasmar actuaciones tendentes a conseguir lo acordado.

El objetivo del programa de convergencia es el de recuperar la tasa de crecimiento en la economía, situándola en un nivel más elevado que el alcanzado en el último año. Se pretende que esta senda de crecimiento sea estable y duradera, ya que su permanencia en el tiempo contribuye a la consolidación y a la buena difusión de la actividad económica. Un crecimiento de la economía de esta naturaleza, generador de empleo, servirá para acortar paulatinamente las diferencias que en nivel de bienestar mantiene el ciudadano español respecto al ciudadano medio comunitario.

Lograr un crecimiento estable, generador de empleo y que se sitúe por encima del que consigan los restantes países de la Comunidad, obliga a ir por una senda en la que variables tan significativas corno la inflación, el déficit público, los tipos de interés o el tipo de cambio se comporten en España de manera similar a la registrada en el resto de la Comunidad Europea.

¿Qué posibilidades nos ofrece el entorno en el que nos venimos integrando y qué problemas tenemos que superar para lograr los objetivos que pretendemos conseguir? Al margen del dinamismo sectorial y de los menores niveles en la estructura de costes, la economía española tiene una potencialidad en el crecimiento y una credibilidad en la orientación de su política económica que merecen ser destacados.

Por el contrario, nuestra debilidad se sitúa en el menor empleo, en la peor dotación de infraestructuras, en una menor eficacia, en una menor cuantía de las prestaciones sociales porque disponemos de un menor grado de desarrollo.

¿Estas restricciones constituyen desventajas de tal entidad que impiden aprovechar las oportunidades que tenemos? No. Podemos superar esta situación y para ello creemos que es conveniente.

Las recetas

Alcanzar las condiciones de convergencia, ya que ello equivaldrá a culminar con éxito una estrategia de aproximación a la economía europea que iniciamos en 1982, beneficiándonos, desde el primer momento, de los efectos positivos que la UEM traerá consigo.

Crecer por encima de lo que crezcan los once países restantes. Ese crecimiento debe tener dos características: ser generador de empleo e ir acompañado de una menor tasa de inflación, con lo que se elevará la renta por habitante.

Hacer del incremento en el ahorro y en la exportación los pilares del proceso de desarrollo. El ahorro para destinarlo a la inversión y a la creación de empleo. La exportación, porque la libertad de intercambios hace que el aumento en la eficacia de la economía se logre al permitir la especialización de la producción en aquellos bienes que sean más baratos en términos relativos.

Aproximar los mecanismos de protección a los niveles europeos: educación, formación profesional, vivienda, equipamientos, pensiones, protección a la familia, servicios sociales, desempleo, etcétera.

Francisco Fernández Marugán de la Comisión Ejecutiva Federal del PSOE, es diputado por Badajoz. Luis Martínez Noval ministro de Trabajo y Seguridad Social, es diputado por Asturias.

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