La plaza de Chinchón será verde y se cerrará a los coches
La plaza de Chinchón se vestirá de verde y se desnudará de coches para la señalada fecha en que se celebran las fiestas patronales, a mediados de julio. Y así quedará a partir de entonces.
La polémica suscitada por las obras de restauración de la plaza Mayor de Chinchón, desatada hace dos meses tras la propuesta del arquitecto Salvador Pérez Arroyo de recuperar el color azul, el más antiguo que tuvieron sus balconadas en el siglo XVII, (ver EL PAÍS del 14 de marzo) quedó ayer zanjada en una reunión entre el consejero de Cultura de la Comunidad de Madrid, Jaime Lissavetzky y el alcalde del PP Jesús Hernández.
La Comunidad ha entendido que eran los propios vecinos de Chinchón quienes debían decidir el color de su plaza. Y estos se decidieron por el verde en un referéndum informal celebrado el 18 de marzo, que recogió 263 votos de un total de 352.
Acerca de la opinión predominante entre los chinchoneses, Pérez Arroyo afirmo ayer: "Respeto la opinión del pueblo, pero es como si se votase qué color se le da a una restauración de Miguel Ángel". El arquitecto está convencido de que la plaza, pintada de azul, sería "un reclamo impresionante para el turismo".
Sin vehículos
En cuanto al no menos polémico tema del tráfico en la plaza, se acordó establecer tres puntos de aparcamiento disuasorio: debajo del castillo de los Condes, junto a la piscina municipal y en los aledaños de la plaza. Con toda seguridad, en el mes de agosto el estacionamiento en la plaza quedará totalmente prohibido, aunque se van a facilitar unas zonas de carga y descarga con un horario restringido para el suministro de los industriales y hosteleros del recinto. También se instalará un sistema de iluminación indirecta que resaltará el interior de las balconadas sobre el alumbrado exterior. Según Jaime Lissavetzky, "esto revalorizará todos los pies derechos, las carreras, los claros y las balconadas".
Las "trompetas" de sonido que rompían la estética del conjunto, serán suprimidas por dos altavoces que se colocarán disimuladamente en el balcón del Ayuntamiento.
Tratando de cuidar la estética del conjunto, la Comunidad va a dirigir una carta al alcalde para que se cumpla estrictamente la ley y se supriman los toldos verticales, sustituyéndolos por estores o cortinas, según decidan los propietarios.
Lo que es seguro, es que las 800.000 pesetas que cuestan los trabajos de pintura del recinto, redondearán un presupuesto de aproximadamente 110 millones de pesetas y pondrán fin a unas obras que comenzaron en diciembre de 1990.
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