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UNA PRIVATIZACIÓN CONSENTIDA

Los habitantes del palacio de Anglona se apropian de un jardín municipal

Había una vez, en el centro de Madrid, un jardín colgante, pequeño y cuidado. Pertenecía a un palacio propiedad de los condes de Benavente, familia culta y refinada, que lo mandó construir a mediados del siglo XVIII. Hoy sigue siendo un jardín colgante, pequeño y cuidado, y sigue estando en el centro, pegadito a la plaza de la Paja. Ahora pertenece al Ayuntamiento de Madrid, que lo expropió al último dueño del edificio y lo calificó como zona protegida. Tanto que sólo los habitantes de los pisos de lujo en los que se ha convertido el antiguo palacio lo disfrutan, a pesar de tratarse de un área ajardinada de uso público. Ellos guardan la llave y no dejan que nadie entre.

En una esquina de la plaza de la Paja, junto a la costanilla de San Andrés, existe un jardín resguardado de las miradas por altos muros de ladrillo. Está pegado al palacio de Anglona, y juntos forman la manzana 132 de Madrid.El uso de los casi 800 metros cuadrados de este terreno es objeto de una disputa en la que están implicados los habitantes del palacio (transformado, si los porteros automáticos no mienten, en 16 viviendas), los vecinos de la plaza de la Paja y la paisajista que recuperó el jardín. Las autoridades municipales, de momento, no han actuado.

A pesar de sus reducidas dimensiones, algunas crónicas de la villa se hacen eco de la existencia del parterre. Mesonero Romanos lo describía, en 1861, como un jardín "notable fundado sobre fuertes murallones".

Un siglo antes, el conde de Benavente tuvo que salvar un desnivel de seis metros, dada la inclinación de la plaza de la Paja, para conseguir un jardín romántico y frondoso, reflejado en mapas, maquetas y pinturas del siglo XIX.

Luego llegaron los avatares: el palacio pasó en 1872 a manos de los marqueses de la Romana que, después de la guerra civil, lo alquilaron al Ayuntamiento. Allí se ubicó la sección de Estadística, Empadronamiento y Alcantarillado hasta que, en 1978, el Ayuntamiento decide abandonarlo ante su estado ruinoso. No obstante, inició los trámites de expropiación del jardín para conseguir una nueva zona verde para el barrio. Y así consta en el Plan General de Ordenación Urbana de Madrid.

Recuperación interrumpida

El palacio, mientras tanto, fue adquirido en 1983 por Anglona SA, que lo rehabilitó y transformó en viviendas particulares. La empresa se corriprometió con el Ayuntamiento a rehabilitar también el jardín. Las obras, a cargo de la paisajista Lucía Serredi, se interrumpieron en 1987 "por falta de presupuesto".

"Ya cuando comenzó el arreglo del palacio el entonces concejal de Urbanismno, Jesus Espelosin, y el presidente de la junta municipal, Miguel Lara, nos prometieron que el jardín sería público, con visitas controladas. Hace tres años, los inquilinos colocaron un portero automático y puertas de hierro que no permiten ver el interior", explica Carmen Rodríguez, vecina de la plaza. Desde entonces, los moradores del palacio se han parapetado tras los muros. Su celo por impedir el paso al jardín es conocido por los habitantes de la zona. "Una vez un mayordomo nos echó regándonos con una manguera", recuerda una vecina.

El pasado día 6 de febrero, cuando ETA mató a cinco personas haciendo saltar por los aires un autocar militar en la cercana plaza de la Cruz Verde, tres periodistas intentaron fotografiar el atentado desde el jardín. No habían disparado sus cámaras cuando dos hombres les obligaron a abandonar aquella "propiedad privada". "Somos periodistas", replicaron los informadores. "Da igual. No pueden estar aquí".

Persuasión

Igual suerte corrieron dos alumnas de la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid, que preparaban un trabajo sobre la rehabilitación llevada a cabo por Serredi.

La propia paisajista tuvo que emplearse a fondo en las artes de la persuasión hace dos semanas para lograr que el portero le flanqueara el paso. "Han arrancado todo el sotobosque y tres árboles excepcionales. Estamos hablando de un jardín histórico, que tiene protección de primer grado y que debería cuidarse y abrirse al público de forma controlada. Los vecinos de la zona lo tienen asumido, porque es parte de su patrimonio, pero no los habitantes del palacio".

"Nosotros no estamos de acuerdo en que el jardín se abra. Se puede convertir en un foco de jeringuillas", dice el pintor Luis Pinto Coelho, primer vecino del palacio. "No hace falta abrirlo, linda con la plaza de la Paja, donde la gente puede ir a tomar el sol o pasear al perro. El único interés es el histórico y eso no interesa al gran público".

Los habitantes de Anglona, no obstante, dicen admitir la apertura controlada del jardín, siempre y cuando haya suficiente vigilancia. "El Ayuntamiento no tiene interés en abrirlo porque es pequeño y resultaría costoso mantenerlo", afirma Luis Figueroa, conde de Quintanilla, cuya vivienda da directamente al jardín. "No obstante, se está estudiando esta posibilidad".

"Así no entran drogadictos"

El cierre del jardín del palacio de Anglona por los actuales habitantes del palacio, que los vecinos de la plaza de la Paja sitúan en 1988, se ha producido sin que el Ayuntamiento haya intervenido en ningún momento.Ni el equipo municipal socialista (en el poder hasta 1989) ni los actuales responsables han tomado ninguna iniciativa, al menos conocida, para regularizar la situación del jardín, catalogado junto al palacio como "elemento de carácter singular" y "zona protegida de nivel V. Ninguna de las personas consultadas ha aclarado si hubo algún acuerdo con los habitantes del palacio, o si éstos han actuado unilateralmente.

Jesús Espelosín, concejal socialista de Urbanismo hasta 1989, no recuerda los detalles. Al ser un trabajo de rehabilitación, ha explicado, no se hizo estudio de detalle ni plan parcial. Todo quedó en la licencia de obra, en poder de la Gerencia de Urbanismo.

'Carpetazo'

La carpeta del palacio, archivada en el departamento de zonas protegidas de Gerencia, se cerró de golpe cuando la persona que deseaba recabar información sobre la licencia de obra se identificó como periodista. El servicio de prensa confirmó lo ya sabido: el terreno está expropiado y es propiedad municipal. Para más detalles, la Junta Municipal de Centro.

Pedro Areitio, gerente de Urbanismo, trató de aclarar las cosas: "Aunque en el Plan General el jardín figura como espacio verde público, lo cierto es que nunca lo ha sido. Para calcular la edificabilidad de un edificio se computa todo el solar, y el jardín está incluido. Hay un uso privativo del parque y hay obligación para abrir una serie de horas". (En otras instancias de Gerencia aseguraron que la edificabilidad no se aplica en este caso, al tratarse de una rehabilitación). En último caso, el jardín no se abre al público: "Entonces es cosa de la Junta Municipal".

A esa misma instancia remitió la concejal de Medio Ambiente, Esperanza Aguirre. "Yo creo que el jardín debería abrirse unas horas, pero no he querido entrar en el tema porque es cosa de la Junta de Centro".

Y ha sido en la Junta Municipal donde la respuesta, en boca de su presidente, Ángel Matanzo, ha sido, por fin, diáfana. "A mí me parece muy bien que esté cerrado. Si no, se llenaría de drogadictos y de porquería".

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