La explosión
Cuando aquel átomo que concentraba toda la materia celebró su Gran Explosión estabas allí formando parte de ese átomo que algunos han llamado Dios. Desde aquel momento Dios no ha hecho sino expandirse por el vacío dejando atrás algunas condensaciones y esa energía aún va de camino por el universo impulsada por el propio sueño dentro del cual habitas en compañía de todos los minerales disparados sin que tu alma se distinga de ellos. Al amparo de un magnolio, en el templo del Buda de Jade en Shangal, un día interrogué a un monje de túnica marrón. Era tan viejo que ya había muerto hace mil años, pero aún me miraba con las linfas amarillas adivinando mis sombras. Le interrogué acerca del destino y el monje me contestó que el destino de los humanos venía marcado por una onda expansiva que procedía de una lejana detonación, de modo que la libertad no podía ser entendida fuera de ese río de materia que había generado. Se llama sabios a aquéllos cuya conciencia se ahoga en esa corriente hasta confundirse con ella alcanzando así la lucidez y profundidad de los minerales. La enseñanza de aquel budista fue un bálsamo. para mi desaliento: me consoló saber que yo había vivido ya en todas las formas posibles de la materia y que la presente historia no era sino una representación que ya había salido mal un número infinito de veces. Junto con el carbono, el sodio y el ácido nítrico, en el interior de aquella Gran Explosión ya estaban concentrados todos los criminales que aún carecían de nombre, las pasiones de todas las vírgenes, lo que en el futuro se llamaría amor y también todas las modalidades del mal, al lado del silencio de los astros muertos o en llamas. Cualquier emoción que uno tenga, cualquier dolor, ha pasado antes por la carne de todos los que nos seguirán viviendo. En este instante en que levantas la copa con absoluta desgana piensa que detrás de este gesto vano hay un Dios que se está dilatando y no puedes hacer nada para evitarlo aunque bebas tal aguardiente contigo dentro.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.