Una voltereta, dos orejas
Marca / Manzanares, Ojeda, Espartaco Toros de José Luis Marca (41, sobrero, en sustitución del titular, devuelto por cojo), flojos, sosos y parados, excepto 2o y 5% con casta y bravos.
José Mari Manzanares: dos pinchazos y estocada (ovación); tres pinchazos y dos descabellos (silencio). Paco Ojeda: estocada corta baja (dos orejas); pinchazo hondo y cuatro descabellos (ovación y saludos); salió a hombros. Espartaco: pinchazo y descabello (palmas); estocada muy baja (palmas).
Plaza de Jerez de la Frontera, 23 de mayo. Tercera corrida de feria. Casi lleno,
El momento fue dramático. El toro segundo prendió por el pecho a Ojeda al entrar a matar. Lo zarandeó a placer y lo lanzó contra el albero. El torero se alejó gateando como pudo, intentó incorporarse, pero, entre grandes gestos de dolor, cayó de bruces al suelo. La plaza se quedó muda. Se temió lo peor.
Pero lo que parecía una cornada grave, quedó, afortunadamente, en un fortísimo golpe en el pecho. Ojeda se incorporó tambaleante -camisa y chaleco destrozados-, mientras los tendidos hervían de sentida emoción. El toro, mientras tanto, había buscado las tablas, moribundo tras la estocada baja que le había dejado el torero. El animal cayó pronto y los tendidos se cuajaron de pañuelos. El presidente, un concejal andalucista, no dudó -como para hacerloy concedió la primera oreja; pero, entonces, el público gritó aún más. El usía consultó a sus asesores: ¿Qué hago? Y la respuesta se tradujo con rapidez en otra oreja. Hubo quien pidió el rabo, pero el presidente se puso serio y se dijo: "Por ahí no paso". Pero el presidente y el torero sabían que las dos orejas eran el desagravio por la tremenda voltereta. 0, quizá, un regalo de acción de gracias.
Lo que está claro es que Ojeda no se ganó las orejas ante el toro, justo de presentación, bravo en el caballo y con casta en la muleta, ante el que quiso y no pudo en la inmensidad que se espera de este torero. Series cortas, algún enganche y exceso de pico no evitaron, sin embargo, que el público se le entregara. Momentos antes, el picador El Avispa había resucitado el arte de torear a caballo y de picar a los toros.
El segundo de Paco Ojeda, fue, si cabe, mejor que su primero; pero dos vueltas de campana, cuando lo lanceaba con el capote, y dos puyazos fuertes (el segundo, bueno para el lucimiento del toro, nefasto para el torero) acabaron con todas las esperanzas. El animal se vino abajo, se defendió, y el torero acabó pronto lo que se presumía que podía haber sido una gran tarde del sanluqueño.
Los toros de Marca, a excepción del lote de Ojeda, flojos, sosos y parados en el tercio final.
Manzanares tuvo detalles con el primero, que iba y venía sin alegría; mató feamente al toro devuelto ante la imposibilidad de trasladarlo al corral, y no le pudo dar un pase al cuarto ante la tajante negativa de éste.
Espartaco tuvo dos toros sosos, sin fuerzas y sin casta. Estuvo voluntarioso, pero tranquilo después de la batalla de Madrid.
A Ojeda lo sacaron a hombros. Por una voltereta. El torero sabe que la alegría de todos fue inmensa, pero exagerado el premio.
Babelia
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