La terna califica de alimañas a los toros de Escolar
Los tres diestros del festejo de ayer se mostraban defraudados por el juego de los toros, a los que coincidían en calificar como alimañas. Este término lo popularizó Ruiz Miguel cuando denominaba así a los toros mansos y peligrosos de Victorino Martín, divisa de la que procede la de Escolar, anunciada ayer.La terna, que en más de una ocasión ha matado victorinos, señalaba que la principal diferencia entre este ganadería y la de Escolar es que de la primera salen también muchos toros nobles, que embisten bien y con los que se pueden lucir, lo que consideran dificilísimo en el caso de los de Escolar.
Tomás Campuzano y Pedro Castillo decían que antes de la corrida alimentaban esperanzas de que algún toro embistiera con clase. No era el caso de Morenito de Maracay: "Que vá, yo sabía que eso era casi imposible, porque mucho se tenía que equivocar un toro. Lo que ocurre es que la empresa te pone en estas corridas y como no tienes fuerza, pues no te queda más remedio que aceptar y tragar".
El venezolano reconocía que en ningún momento disfrutó, aunque se entregó toda la tarde, intentó varios quites con el capote y banderilleó a sus dos toros, "pero llegaron a la muleta con peligro, sacando todo lo malo de los victorino, porque eran muy listos y enseguida se olvidaban del trapo e iban a por tí".
Concluía con palabras de aliento para el ganadero: "No debe desanimarse. Sé que está el hombre trabajando con mucha fe, incluso en algún tentadero que he hecho últimamente en su finca le han salido unas vascas extraordinarias, de modo que de aquí a cuatro años me apuntaré a todas sus corridas".
Un animal cambiante
Tomás Campuzano exponía que a lo largo del festejo albergó la ilusión de que saliese algún toro en la línea de los buenos de Victorino, características que creyó ver en el quinto de la tarde: "Pero me equivoqué, pues era un animal muy cambiante, que igual venía con la cara alta y tirando derrotes, que luego embestía con nobleza, para después bajar la cabeza y buscarte los tobillos. Total, un desconcierto".
Agregaba que le costó mucho trabajo estar delante, por lo que tal vez se precipitara en algunos muletazos que le salieron enganchados, "pero daba igual, porque el toro no era bueno, aunque tal vez diese esa impresion falsa a los espectadores".
El desánimo de Pedro Castillo era mayor y lo argumentaba así: "Es que ya no tengo otra oportunidad en la feria, y a ver quién era el guapo que se lucía con la alimaña que maté en primer lugar, violenta y peligrosísima, y que pudo mandarme a la enfermería en cualquier momento". Tarapoco le gustó el sobrero que le correspondió: "Era también peligroso, aunque más tontón, se dejó pegar algún pase suelto para rajarse de inmediato".
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