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EE UU impide aclarar la muerte por error de 9 soldados británicos durante la guerra del Golfo

Enric González

Las familias de nueve soldados británicos muertos por fuego norteamericano en la guerra Golfo no sabrán nunca por qué se cometió el trágico error. El Gobierno de Estados Unidos se niega en redondo a que dos de sus pilotos militares, que atacaron una columna de blindados británicos en territorio iraquí durante el conflicto, comparezcan ante el tribunal de Oxford encargado de investigar el suceso. La investigación dispone tan sólo de una inservible declaración escrita de ambos pilotos, en la que se han encontrado no menos de 104 errores y contradicciones.

Las familias de las nueve víctimas lo han intentado todo para conseguir que los dos pilotos, cuyo nombre se mantiene en secreto, presten declaración ante el tribunal. Barbara Thompson, cuyo hijo Lee, de 19 años, fue uno de los muertos, telefoneó a la Casa Blanca el martes desde los juzgados de Oxford para insistir en su petición. "Déjenos su teléfono y le contestaremos", fue la respuesta.Un día antes, el observador norteamericano que asiste a la investigación fue acorralado en la calle por un grupo de padres exaltados. "Es muy triste, pero yo no puedo hacer nada", repetía, mientras trataba de escabullirse con uno de los padres tirando de su chaqueta.

El ministro de Defensa británico, Malcolm Rifkind, hizo ayer un último intento oficial, aprovechando que se encontraba en Washington. Richard Cheney, su colega norteamericano, le respondió que la Administración estadounidense ya había hecho "todo lo posible". Ambos pilotos recibieron garantías de anonimato después del suceso, y el Pentágono teme que una ruptura del compromiso fuera muy mal recibida por el conjunto de las Fuerzas Aéreas. "El juez ha aceptado las explicaciones ofrecidas por los representantes de Estados Unidos", dijo el primer ministro, John Major, en la Cámara de los Comunes. El caso podía darse por cerrado, al menos oficialmente.

Raymond Seitz, embajador de EE UU en Londres, hizo una declaración sobre "el trágico y desafortunado suceso". "Sé que existe un gran interés por la comparecencia de los pilotos ante el juez investigador. Pero hemos decidido que no comparezcan" dijo. "Y creo que cada día resulta más obvio que esa es la decisión correcta. Espero que en estas trágicas circunstancias, se piense también en los sentimientos de los dos pilotos" explicó el embajador. Uno de ellos, al parecer, abandonó la fuerza aérea inmediatamente después de la guerra del Golfo.

Las nueve familias se niegan a aceptar el carpetazo. Todas ellas fueron recibidas hace meses en Washington por el presidente George Bush, quien les expresó su pesar y les garantizó "una investigación a fondo" sobre las muertes por fuego amigo. La investigación, sin embargo, ha encallado por las contradicciones, que contienen las declaraciones escritas.

De éstas se desprende que los dos pilotos, a bordo de sendos aviones A10, atacaron la columna británica el 26 de febrero de 1991 sin efectuar ningún tipo de chequeo ni pedir la obligatoria identificación. Los pilotos sostienen que se atuvieron a las normas y que se encontraban en la zona que se les había asignado, aunque los blindados británicos circulaban a unos 70 kilómetros de dicha zona.

Un mensaje por radio de uno de ellos, emitido inmediatamente después del ataque, se refería a una acción "contra unos 50 carros de combate T54 y T55 iraquíes, de los que dos han sido alcanzados". Pero los pilotos tenían que saber, porque tenían informes previos de los aviones espías norteamericanos, que no había fuerzas de Irak en esa área.

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