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Terrazas de la plaza Mayor estafan a los turistas

Ana Alfageme

Ya lo advierte la Guía del trotamundos referida a España, que está editada en Francia y traducida a varios idiomas: su texto describe la zona de la plaza Mayor de Madrid como "eminentemente turística", "con el grave problema de unos precios bastante elevados". Ahora habrá que añadir que, además, la tortilla para extranjeros es aún mucho más cara, y que los turistas son piezas propicias para la estafa en algunos de sus locales.Una periodista extranjera se sentó el pasado viernes en una de las nueve terrazas de la plaza Mayor. En la cafetería Cristina, por una tortilla que no pudo comer (la patata estaba cruda), una ración de queso, agua, mineral y pan le cobraron 3.900 pesetas. La famosa tortilla española le salió por 1.600, el doble de lo que le costó a la periodista española que, de acuerdo con su colega, se había sentado un poco más lejos, y a quien le cobraron con arreglo a la lista de precios. El agua le costó a la extranjera 400 pesetas, más cara que la cerveza que degustó la española (350 pesetas). Y por el queso le clavaron 1.800 pesetas, 700 más que a la madrileña. Incluso el pan le salió 50 pesetas más caro. A la española, además, en uno de los días del experimento, le cobraron por una caña cinco duros más que 48 horas antes.

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"La hoja de reclamaciones está bajo llave"

Algo semejante había ocurrido dos días antes en el mismo sitio, aunque el camarero era otro. A la turista y a un colega también extranjero les cobraron 20 duros más que a la española por la tortilla (900 pesetas) y 10 duros más por el pan. A ambos periodistas les pareció excesivo el precio. El camarero, algo altivo, les enseñó la cuenta de la mesa de al lado: 8.375 pesetas por una ración de pulpo, una de jamón, una de queso, una tortilla y cinco cervezas. "Así va la cosa", añadió el camarero. "Este es un sitio turístico. Yo nunca me tomaría, algo aquí. Es demasiado caro".

Previamente, la pareja se había dado una vuelta por los soportales. Los camareros les empujaban casi a sentarse en las sillas. "¿Precios?". "Primero siéntense, luego les traigo la lista".

En Cristina, la cuenta se comunica de viva voz. En sólo una de las seis terrazas visitadas, el camarero llevó espontáneamente la cuenta en un recibo de papel En las demás hubo que pedirlo.

Ensalada doble

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El terreno parece abonado para la picaresca. A la misma turista le cobraron ayer 150 pesetas en la terraza Los Arcos en concepto de "abono del camarero", según le explicó el propio interesado. Cuando ella comprobaba, la cuenta, el hombre se acerco y le dijo: "Acostumbramos a cobrar lo, pero si quiere lo borro en la factura y se lo devuelvo".

Las oficinas de Turismo -la del Ayuntamiento y la de la Comunidad- no se atreven formalmente a desaconsejarlas. Pero la semana pasada, un empleado de la oficina municipal -situada en la misma plaza Mayor- les decía en inglés a los dos turistas: "Para tomaros algo, alejaros de aquí, es un sitio carísimo. Por una ración os cobran más que por comer en un restaurante, y una bebida es más cara que en una discoteca. Aquí vienen muchos turistas a quejarse por los precios. Basta con ir dos calles más allá de la plaza. Y si tenéis algún problema, pedid la hoja de reclamaciones". Hasta les escribió la frase en un papel.

Un guía profesional comentaba que no recomendaría jamás sentarse en una terraza.

Sin sablazo, una cerveza sale en casi todas las terrazas de la plaza por unas 300 pesetas; una ración de pulpo no baja de las 1.000 pesetas, y una de calamares, no muy abundantes, puede costar 1.200. Todo ello -en cualquiera de las nueve terrazas de la plaza- amenizado por nubes de mendigos, vendedores de poemas o echadores de cartas.

El fraude salpica a todos. María Á., una secretaria madrileña, acudió con un amigo a la terraza llegar, de la plaza Mayor, un día caluroso de hace dos semanas. Querían tapear y pidieron tres cervezas, una, ración de pulpo, otra de albóndigas y una ensalada. El camarero les trajo, amablemente además, unas aceitunas. Luego,les comunicó de viva voz lo que debían. "Me quedé pasmada cuando vi que mi amigo sacaba siete papeles" El picoteo les salía por 6.425 pesetas. Tuvieron que discutir para conseguir la factura (1.950 pesetas por la ensalada mixta, 400 por cada cerveza y 1.600 por el pulpo). Incluso les cobraron 375 pesetas por las aceitunas que no pidieron.

El truco de servir no una ensalada, sino dos, fue comprobado el pasado jueves. Una pareja de españoles y otra de extranjeros pidieron, respectivamente, una ensalada mixta en dos mesas distintas. Les trajeron una fuente abundante y en ambos casos les cobraron dos ensaladas. Hegar no discriminó. Cobró lo mismo a nativos y foráneos: 4.450 peseta por una ración de pulpo salado y gomoso, la ensalada y dos cervezas.

"Pedimos sólo una ensalada", protestó la española.

"Pidieron una ensalada para dos", repuso el camarero.

Albóndigas fantasmas

En la terraza vecina, El Soportal, la cerveza cuesta también 400 pesetas, aunque en la lista que tiene aprobada la Comunidad de Madrid vale 10 duros menos. "Todas las variaciones en los precios deben ser comunicadas", asegura el subdirector de Turismo de la Comunidad, Juan José Bladorny. Los restaurantes pueden cobrar lo que quieran, siempre que lo declaren en Turismo y pongan la lista visible. La ración de albóndigas -a unas 200 pesetas la bolita- no existe en los precios que tiene Turismo. Y encima las sirvieron frías dos veces.

Dos de los bares de la plaza Mayor no tienen la lista de precios visible, por ejemplo; en otros, hay que subirse encima de la barra para mirarla.

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Sobre la firma

Ana Alfageme
Es reportera de El País Semanal. Sus intereses profesionales giran en torno a los derechos sociales, la salud, el feminismo y la cultura. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS, donde ha sido redactora jefa de Madrid, Proyectos Especiales y Redes Sociales. Ejerció como médica antes de ingresar en el Máster de Periodismo de la UAM y EL PAÍS.

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