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El pabellón de Madrid en la Expo, elogiado por su arquitectura y criticado por el contenido

Andrés Fernández Rubio

Se abre el libro de visitas y aparece la siguiente frase: "¿Qué hay que ver en este pabellón aparte de las escaleras?". El edificio de Madrid en la Exposición Universal de Sevilla recoge elogios por su arquitectura, pero también críticas por el modesto contenido cultural que se ha programado. Una prestigiosa revista de arquitectura alemana lo sitúa entre los mejores, y los testimonios de quienes lo visitan muestran quejas relacionadas con los actos y exposiciones previstos. La Comunidad de Madrid también celebrará en la Expo hoy su festividad oficial, el Dos de Mayo.

El recorrido es más un paseo al aire libre que un itinerario cultural, y los paseantes del pabellón de Madrid salen desconcertados: ¿es el edificio más feo, o es el mejor entre los de las comunidades, como ha dicho la referida revista alemana?; ¿es el más pobretón o es digno de las mallas de gallinero utilizadas en su construcción?; ¿es o no es horrible la diosa Cibeles de poliespán a la que la modista Elisa Bracci ha tapado con un peplo de plástico?En lo que coinciden los paseantes consultados es en que un lugar como Madrid, Capital Cultural Europea 1992, debería haber equilibrado el volumen arquitectónico con los casi nulos contenidos estables: libros, artesanía, un montaje visual con tules, un montaje gráfico de Ouka Lele y unos cortometrajes de la época más cutre del director de cine Pedro Almodóvar.

"Lo que veo es mucho volumen y muy poco contenido" * Es el resumen de Antonio, un visitante de 26 años. "He visto los libros y la sala de exposiciones. Creo que la capital de España debería haber tenido una presencia mayor", asegura.

Bernardo, de 40 años, es aún más crítico: "No tiene nada que ver. Me he quedado alucinado. Es el primero que visito en la Expo de Sevilla, y como todos sean como éste... Yo no soy de Madrid pero sé que Madrid tiene muchas cosas. Lo único bueno es la vista".

El mirador

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El mirador desde la terraza del sexto y último piso, efectivamente, es ideal para contemplar el lago de la Expo 92 de Sevilla o ver el espectáculo nocturno de luces y fuegos artificiales.

También en la terraza se han colocado unas esculturas de estudiantes de Bellas Artes. Hasta llegar allí, el paseante habrá tenido que subir cinco tramos de escaleras mecánicas desde la planta baja, parándose, si quiere, varias veces: en la librería o en la sala de turismo-artesanía; en el cine donde se proyectan con éxito entre la gente joven los cortos de Almodóvar o un documental sobre Madrid; en la exposición de imágenes sobre tules con cuadros y gentes de' la ciudad, más un montaje fotográfico de Ouka Lele; en el restaurante o en las oficinas.

El resto es aire, decenas de cubos vacíos en un pabellón "donde el dentro y el fuera se confunden", según explica uno de los responsables del edificio. A falta de mayor contenido cultural, este responsable insiste en los contenidos dinámicos: en la planta baja hay un foro (especie de estanque con agua y unas gradas), que sirve de auditorio para las actuaciones que se irán sucediendo. Ahí está la escultura de poliespán, la Cibeles con el peplo de vinilo de Elisa Bracci, y los leones y el carro por separado. Otros modistas y artistas, como Alvarado, Manuel Piña y Otero Besteiro, irán cubriendo a su gusto durante la muestra, cada 15 días, a esta Cibeles representante eximia del cutre-lux.

Pabellón barato

Lo barato manda en el segundo pabellón de comunidades con menor presupuesto (Andalucía, con 6.087, y Cantabria, con unos 500, son los extremos). El pabellón de Madrid ha sido construido con 320 millones de pesetas aportados por Cajamadrid y otros 380 empleará la Comunidad en las actividades. "Trescientos veinte millones, lo cual no es nada", dice el arquitecto José Luis Solans.

Solans (39 años), Pilar Briales (38 años) y Ricardo del Amo (37 años) no han podido hacer otra cosa, según dice el primero. Entre los materiales utilizados, Solans cita tres: mallas metálicas perforadas para gallineros; chapa metálica para cubrimientos industriales, y plástico de linóleo para suelo de vestíbulos industriales con mucho deterioro.

Eso sí, la Comunidad de Madrid puede estar satisfecha de los responsables del pabellón, auténticamente orgullosos de su edificio. Uno de ellos dijo, ante la observación de que el suelo de linóleo parece barato: "Es que venís cargados de prejuicios".

Quienes se mueven no por los prejuicios sino por el corazón son los madrileños de pura cepa, como Amelia González, de 58 años, nacida en Las Vistillas pero residente en Sevilla. "Es maravilloso. Dicen que es pobre y feo. Pues no. Es de ensueño. ¡De Madrid al cielo!".

"Es vergonzoso"

Juan, de 30 años, muestra su pasión desde el otro extremo. "Es vergonzoso", dice.

La revista alemana Arquitectura de hoy ha calificado al de Madrid y al de España como los dos mejores pabellones españoles.

Se destaca del edificio de Madrid que está hecho con muy poco dinero y con mucho riesgo, "una especie de contenedor, estructural dentro del cual paseas y pierdes la relación con el gran cubo exterior", dice José Luis Solans, quien añade que desde que, ganaron el concurso la Comunidad les dejó claro el dinero del que se disponía para la instalación.

"Teníamos que resolver nuestra idea con materiales casi de desecho, la hemos resuelto y el edificio está lleno las 24 horas del día, aunque quizá la gente baje sin haber visto otra cosa que la Expo desde el gran mirador", dice Solans. Y añade: "En los demás edificios, los contenidos son bastante deprimentes para el dinero gastado. Robots, cines y unos expositores impresionantes para que dentro no haya prácticamente nada que merezca la pena".

Ajeno a la polémica, Luis, de 11 años, estampa en el libro de visitas su firma y una declaración: "Soy de Madrid y estoy orgulloso".

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