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De guardacoches a 'narcomillonario'

La captura del presunto mafioso que sobornó a guardias civiles no ha extrañado en Sevilla

"Que Jaime se dedicaba a la droga era un secreto a voces desde hace años", coinciden amigos y conocidos. Jaime González García, detenido como presunto cerebro en España de una red de narcotráfico -vinculada a la Mafia- que sobornaba a guardias civiles, es un hombre de fortuna rápida. Pasó de guardacoches junto a la Giralda a poseer numerosos bienes, entre ellos dos lujosos chales en las afueras de Sevilla. Creció en el mismo barrio que Felipe González y de pequeño sufrió la amputación del brazo derecho. De ahí su apodo, El Manco de Bellavista.

Su detención no ha extrañado en la zona. De Jaime se cuentan pillerías desde que era un crío. Sobre este hijo de familia humilde -dos hermanos siguen siendo albañiles- se ha tejido un hilo de leyenda. Cuentan que una vez tuvo que tirar el fardo de hachís que había recogido porque se acercaba la Guardia Civil. Una vaca que pastaba por allí se merendó el alijo. "Jaime se empeñó en comprar el animal pensando en recuperar la droga. El dueño no quiso vendérsela y la vaca pasó unos días atontada", cuenta uno de sus amigos, quien comienza definiéndole como "una buena persona" para, hacia el final de la conversación, culparle de "haber inundado Bellavista de droga". La fama de Jaime González -unos 45 años, moreno y de complexión fuerte- también está alimentada por su pasión por los coches, que también formaban parte de su coartada. Le gustaba lucirlos. En apariencia, su negocio era la compra-venta de automóviles y fincas. "Tenía todo tipo de coches", afirma un vecino de la urbanización La Motilla -a las afueras de Sevilla- donde residía.

Conducir con una mano

Se le ha visto conducir desde un Rolls Royce plateado hasta un Porsche pasando por un Cadillac. "Se las apañaba con una sola mano y la Guardia Civil no podía darle alcance por la carretera", cuenta el amigo que, como todos los consultados, pide anonimato. A González le sobraba el dinero. Su prosperidad comenzó hace unos 14 años. "Estaba en el negocio de los coches, pero mediaba una cosa con la otra [droga]", afirman. Adquirió un amplio chalé de una planta en la urbanización La Serrezuela, en el término de Dos Hermanas. La casa, de unos 400 metros cuadrados sobre parcela de 1.000 metros cuadrados, permanece ahora cerrada.

Hace poco más de un año, Jaime González se trasladó con su mujer y sus tres hijos a otro chalé más lujoso y el doble de grande en la cercana urbanización La Motilla. Adquirió de segunda mano la casa más llamativa del conjunto, aquella que los vecinos conocen con el apodo de El Panteón: columnas de mármol negro sujetan una entrada con frontón triangular amarillo. En el vestíbulo, un tigre de Bengala de cerámica y tamaño casi natural.

Esta finca, que fue propiedad de un industrial del mueble, dispone de gimnasio, piscina, frontón y garaje para tres coches -ahora vacío- Allí aguardan la mujer y los tres hijos del detenido. "Papá está de viaje en Madrid", dicen los pequeños.

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Las propiedades atribuidas a Jaime González, en la actualidad encarcelado en la capital de España, van más allá de los dos chalés. Según sus allegados, posee otras propiedades inmobiliarias (casa en El Puerto de Santa María, un mesón en Isla Menor y piso en Dos Hermanas).

La trayectoria de Jaime González se quebró definitivamente hace un mes. Un vecino recuerda que el último fin de semana de marzo la Guardia Civil rodeó la casa. "Yo creo que no le detuvieron de aquélla, porque no estaba", asegura. Pero al final cayó. A El Panteón ya no se acerca "gente rara" ni acuden al atardecer coches de fuera de Sevilla, sobre todo con matrícula de Madrid.

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