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Tribuna
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Amigo / 4

Manuel Vicent

Los componentes de la peña del Café Gijón estamos expuestos en el primer ventanal como en el diorama de un museo y nuestro destino consiste en ir envejeciendo a la vista del público. A veces, José Luis Coll se sienta a mi lado en la tertulia del sábado a media tarde y por regla general permanece callado. José Luis Coll sabe guardar silencio en varios idiomas. Después de una hora de estar absolutamente impasible, de pronto, sin mover un músculo de la cara, se echa mano al bolsillo y saca un bolígrafo, y entonces te explica que ese bolígrafo escribe a 20 metros bajo el agua, pero al mismo tiempo también sirve de armónica, de linterna, de arpón para pesca, de cronómetro y de llave inglesa. Se lo acaban de traer de Canarias. Si se calienta un poco explicándote eso, puede que José Luis Coll se despierte del todo y rompa a hablar: entonces te cuenta que en América un señor se acaba de comer un coche o te calcula con el pequeño ordenador que siempre lleva consigo los kilos de fideos que se necesitan para rodear el planeta. Y dicho esto vuelve al silencio. La gente pasa por la acera; algunos se detienen ante el ventanal; Coll es el más codiciado por el dedo de los transeúntes, que lo señalan con curiosidad; pero, inmóvil como un ídolo, él ni siquiera agita una pestaña. A veces tuerce el cuello y al oído, en voz baja, suelta una maravillosa crueldad o tiene un golpe de humor por el que un empresario de cómicos le daría 100.000 duros. El surrealismo no funciona del todo en literatura ni en pintura, puesto que lo automático ahí no es posible. Lo surreal sólo puede ejecutarse sobre la marcha, de palabra o en pacto, como hace este humorista. José Luis Coll es un maestro en destripar vocablos comunes, frases consabidas hasta sacar de sus entresijos extrañas ironías, afinidades con el absurdo y desconcertantes significados que crean un mundo. Mientras en el Café Gijón envejecemos en público dentro de un diorama, allí puede que te salve tener al genio de Coll al lado soplándote en la oreja cualquier insospechada locura.

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Sobre la firma

Manuel Vicent
Escritor y periodista. Ganador, entre otros, de los premios de novela Alfaguara y Nadal. Como periodista empezó en el diario 'Madrid' y las revistas 'Hermano Lobo' y 'Triunfo'. Se incorporó a EL PAÍS como cronista parlamentario. Desde entonces ha publicado artículos, crónicas de viajes, reportajes y daguerrotipos de diferentes personalidades.

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