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Entrevista:

Sánchez Ferlosio ve en los fastos del V Centenario "un 'marketing' de Estado"

El escritor sostiene en Génova que las celebraciones son ajenas a los españoles

Las celebraciones del V Centenario son una "operación de marketing de Estado" para aumentar las ventas "de la marca España", que "bien puede no tener nada que ver con la cotidianeidad particular de la vida de los españoles". Es, además, una operación poco afortunada en cuanto a sus resultados, que hubieran sido mejores si se hubiera dado "un fuerte y estimulante toque de amargor al empalagoso cóctel de la Epopeya de la Modernidad, echándole un buen chorro de negrura hispánica", afirmó ayer en Génova el escritor Rafael Sánchez Ferlosio.

"Los hoteles sevillanos de tres a cinco estrellas han empezado a rebajar sus precios hasta el 50% para los dos meses centrales de la Exposición ante la escasa demanda de reservas, en tanto que el Gobierno se ha puesto a gastar millones y millones de pesetas, al menos en Inglaterra y Alemania, en publicidad televisiva de la conmemoración", señaló Sánchez Ferlosio durante una conferencia pronunciada ayer en Génova el marco de los actos programados en la cuna de Colón."Ante el desánimo creciente de los ejecutores por los retrasos y los contratiempos en la realización de un despilfarro que la economía española en modo alguno podía haberse permitido, el propio presidente [Felipe González] corre a Sevilla, a la desesperada, y clama: 'Tenemos que demostrar al mundo que esto puede funciona?. Palabras reveladoras: no se trataba de instruir ni de ilustrar a nadie, sino tan sólo de demostrar a los demás que se era capaz de alguna cosa, sin que importase para nada el qué", dijo el escritor.

"Compulsión apologética"

Sánchez Ferlosio inscribe el planteamiento de la conmemoración española en el ámbito cultural de Ia compulsión apologética" desarrollada por el cristianismo, que, afirma, no fue modificado por Ia tan celebrada muerte de Dios, implícitamente iniciada por el humanismo y explícitamente coronada por la ilustración o, como hoy dicen, por la modernidad", que, en ese sentido, "ha sido un desastre".El nuevo Dios, igualmente sediento de loas y capaz de colmar la necesidad de alabar de los humanos, es "el hombre, la humanidad", dijo el escritor, una palabra que se vacía de contenido hasta el punto de admitir predicados falsos como "el hombre ha llegado a la Luna", aún pronunciados con la pretensión lógicoconceptual de quien dice "el hombre es un bípedo implume".

"Este superprostíbulo de la Alta Alegoría, en el que, tras la muerte de Dios, la compulsión laudatoria de los hombres parece superarse, cada vez más desencadenada, en imaginar nuevas fantasías, nuevos servicios -no importa si sexuales o litúrgicos- para halagar y complacer a este no menos fantasmagórico cliente denominado El Hombre, constituye el gran kitsch ideológico de nuestro tiempo", afirmó Ferlosio. "Por poner un ejemplo", dijo, "nada podía haber agradecido ni celebrado tanto la actual elite intelectual de la modernidad española, como el hecho de que en una reciente visita a la capital oficial de la cultura de este año, o sea Madrid, por raro que os parezca, uno de los más altos pontífices de la modernidad, el reverendo monseñor Karl Popper, haya ratificado, con la venerable autoridad de sus palabras, la admiración y el contenido que debe merecernos el mundo en que vivimos".

"Ante el resplandeciente panorama encarecido por monseñor Popper", insistió Sánchez Ferlosio, "nada parece más justificado que la conmemoración apologética de estos 500 años, de los que -según la concepción oficialmente establecida por la Sociedad Estatal del Quinto Centenario- el descubrimiento colombino habría sido el pistoletazo de salida para reemprender, tras un milenio de amedrentada oscuridad y apocamiento, de modo ya definitivo, la epopeya humana, la triunfal marcha de la humanidad hacia el altísimo destino que hoy finalmente avistan nuestros ojos y casi están tocando nuestras manos".

Tamaña epopeya de la modernidad no podía tener otro titular real que el hombre, "respecto del que Colón, Castilla o Europa serán, todo lo más, meras comparsas anecdóticas, relegadas a los festones marginales de la vasta y luminosa bóveda pintada en esta especie de novísima Sixtina" que es la ideología del Quinto Centenario.

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