Intoxicación social
Un anuncio televisivo ha colmado, con creces, nuestra capacidad de resignación. La intoxicación social a la que nos someten diariamente los mensajes publicitarios se convierte en indignante y peligrosa."Este hombre nació, creció, vivió dándolo todo por los demás. Ahora que es viejo no tiene nada. Tiéndeles una mano a los ancianos, sólo te tienen a ti". Este insulto publicitario fomenta la cada vez mas decrépita y simplista visión de la vejez.
Es habitual entre nosotros la injustificada creencia de que todos los viejos son iguales. Meter en un mismo saco a 5.100.000 españoles mayores de 65 años. ¿Creen acaso los responsables de este anuncio que Grande Cobián, Severo Ochoa, Carrillo, Rosa Chacel, Fraga o nuestras abuelas, entre otros muchos, no tienen nada? "¿Sólo te tienen a ti" Gorbachov, Bush, Isaac Shamir, el Papa o la reina de Inglaterra? ¿Somos lo bastante vanidosos para pensar que el artrítico de 69 años que consiguió robar 5.000 millones de pesetas lo hizo porque "no le tendíamos una mano"?
Obviamente, existen en la vejez grupos de personas con grandes problemas de dependencia, económicos, físicos, psíquicos... a los que debemos prestar toda nuestra atención, pero es injusto y una gran equivocación comentar, como lo hace este mensaje, la idea de que toda persona anciana se encuentra en esta situación.
¿Qué pensarían los jóvenes si un anuncio televisivo difundiera la idea de que todos tienen problemas con las drogas? Tampoco consideramos ético fomentar la creencia de que la tercera edad debe de pedir caridad, y presentarla como una carga social, como un grupo de edad que ya no puede realizar ninguna aportación.
En primer lugar, porque los ancianos colaboran como cualquier otro ciudadano. ¿No contribuyen con sus impuestos? ¿No poseen un matrimonio que muchas veces disfrutan otras personas? ¿No cumplen con sus derechos y obligaciones de ciudadanos? Los recursos económicos invertidos en la tercera edad en materia de pensiones, asistencia sanitaria, servicios sociales... son un derecho adquirido en el pasado y en el presente. De igual modo que se dedican recursos a la educación, el paro, en gastos de representación o a la remodelación de edificios oficiales, sin considerar que sus destinatarios sean parásitos o enormes cargas sociales.
En segundo lugar porque están realizando una labor, encomiable, dura, difícil y en completa soledad que disfrutaremos los integrantes de las próximas generaciones cuando nos hagamos viejos. Poco a poco están creando nuevas formas de envejecer, cambiando la visión de esta etapa de la vida (a pesar de anuncios como éste), nuevas formas de vivir el ocio, de colaboración social... Se están encargando de dotar a esta etapa de la vida de una nueva y necesaria función social.
En conclusión, permítannos rogar a los publicistas que se hagan cargo del gran poder que ejercen, que se responsabilicen y esfuercen por redirigir a la sociedad hacia caminos donde se pueda ser feliz, a pesar de no ser ni joven ni guapo.
¿Le gustaría a usted que dentro de unos años una voz severa y noble le dijera desde la televisión: "Está usted solo, no tiene nada; deje que le tienda una mano"?-
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