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Los conservadores dicen que su derrota supondría el ascenso del fascismo y la quiebra del Reino Unido

Enric González

Los conservadores han adoptado un tono casi apocalíptico en sus últimos días de campaña. Los laboristas romperán para siempre el Reino Unido con la autonomía escocesa", advierte John Major. Los liberal-demócratas "abrirán la puerta al fascismo" si logran reformar la ley electoral, añade el ministro del Interior, Kenneth Baker. Neil Kinnock, el líder laborista, exhibe, por el contrario, una apabullante fe en la victoria: "Estoy seguro de que Major, como buen deportista, será un buen perdedor". "Creo que lo sentiré por él", agregó Kinnock.

Las elecciones de mañana se han puesto muy, muy difíciles para los conservadores. Una victoria del actual primer ministro, John Major, constituiría la mayor sorpresa electoral desde la derrota de Winston Churchill en las elecciones celebradas en 1945.Ni siquiera los tories más optimistas creen posible obtener la mayoría absoluta, aunque no se ha extinguido la esperanza de que un giro de última hora en la opinión de los votantes les permita llegar a formar un Gobierno minoritario.

La opción de un Parlamento sin mayoría clara es la más verosímil, según las encuestas. Sólo un Gabinete de coalición de conservadores o laboristas con los liberal-demócratas permitiría un Gobierno estable, pero tanto Major como Kinnock rechazan tal posibilidad. Ello hace muy probable la hipótesis de una nueva convocatoria de elecciones, probablemente en octubre.

Los laboristas, sin embargo, afirman que los sondeos perciben un sutil giro hacia la izquierda en varias circunscripciones claves, y que mañana a las diez de la noche, cuando se cierren las urnas, su partido habrá obtenido la mayoría absoluta.

Grandes partidos

A tenor de lo visto y oído en los últimos días de campaña, pocos votantes indecisos se habrán inclinado por uno u otro de los grandes partidos. Neil Kinnock protagonizó una impúdica exhibición de oportunismo en televisión, el lunes por la noche, cuando un joven miembro del público le preguntó si estaba a favor o en contra de reformar la ley electoral: "Claro, está bastante claro, desde aquí donde estoy sentado...", comenzó a perorar."Diga sí o no, por favor", pidió el joven. "Lo que debo decir, francamente, es que en 1987 asistí a una reunión de mi partido... ". La audiencia presente en el estudio se carcajeaba sonoramente mientras el líder laborista desgranaba un rosario de incoherencias, para evitar pronunciarse sobre la representación proporcional que piden con insistencia los liberal-demócratas.

No menos penosa fue la actuación de John Major esa misma noche, ante un entrevistador de la BBC. El periodista, al que los tories acusaron inmediatamente de anticonservador, logró que Major acabara reconociéndose culpable de haber desencadenado la recesión cuando ocupaba la dirección de las finanzas británicas. El primer ministro admitió también que Margaret Thatcher nunca debió abandonar el liderazgo, poniéndose a sí mismo en una situación más que incómoda.

Malestar y desavenencias

Los conservadores han gastado en la campaña unos 3.800 millones de pesetas, según estimaciones de la industria publicitaria, y el resultado ha sido francamente negativo. No han ganado apoyo, sino que lo han perdido: del 39% con que empezó la carrera electoral ha pasado al 36,5% a falta de un solo día para la votación.El malestar y las desavenencias son evidentes en el cuartel general torie de Smith Square, y ya circulan apuestas sobre las cabezas que van a rodar si no se produce una reacción de ultimísima hora entre el electorado.

Los laboristas, a su vez, han gastado unos 1.450 millones y han bajado del 40% al 38,7%, lo que les situaría a unos 20 escaños de la mayoría absoluta (si no se produce el giro que pronostican en ciertas circunscripciones vitales).

Sólo los liberal-demócratas han sacado jugo a su modesta inversión: con 380 millones de pesetas, han subido del 15% al 20%. Pero su ascenso será escasamente perceptible en el Parlamento, ya que el sistema electoral mayoritario les penalizará de nuevo: con una quinta parte de los votos, obtendrán solamente el 5% de los escaños.

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