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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Confusión italiana

LA DEMOCRACIA Cristiana (DC) ha sido derrotada doblemente en las elecciones italianas. En primer lugar, ha sufrido una apreciable caída en el apoyo que le ha dado el electorado. Sigue como primer partido, pero ha obtenido la votación más baja de los últimos 45 años. En segundo lugar, la coalición de gobierno liderada por la DC se ha quedado por debajo del 50% de los votos.Los cuatro partidos que la componen, que habían obtenido el 54% de los votos en 1987, no han supera do esta vez el 48%. Ello representa un cambio en la historia de la República Italiana: hasta ahora, la DC y sus aliados siempre han tenido la mayoría, y por ello nunca ha habido una verdadera alternancia en el poder. Ahora han perdido esa mayoría, si bien siguen todas las incógnitas sobre el tipo de Gobierno que pueda salir de un Parlamento más fragmentado que nunca. En todo caso, con unas elecciones planteadas casi como un referéndum -por o contra la continuidad gubernamental-, la mayoría de los italianos ha dicho no al Gobierno. Esta derrota afecta al Partido Socialista y a su líder, Bettino Craxi, incluso si éste ha logrado mantener su espacio electoral. Manteniéndose fiel a la alianza con la DC, Craxi calculaba que obtendría la presidencia del Gobierno a cambio de apoyar la elección de Andreotti a la presidencia de la República. Ahora todo queda en el aire al fallar la mayoría de Gobierno. Por otra parte, el PSI no ha logrado superar al PDS (los ex comunistas de Occhetto), que conserva su puesto de segundo partido a pesar de un serio descenso. Estos resultados son, pues, un estímulo para los críticos de Craxi en el seno del PSI, cada vez más numerosos.

Más información
La DC, gran derrotada en Italia por el voto contra la partitocracia

La gran novedad de las elecciones es el éxito de la Liga Lombarda, que se coloca como primer partido en Milán y otros lugares del Norte, y con poco menos de un 10% a nivel nacional. Con su línea federalista, "antipolítica" y con matices racistas en algunos de sus dirigentes, lo que está claro es que expresa un descontento ciudadano radical. Pero es imposible prever, por ahora, cuál puede ser su colocación en el Parlamento cuando surjan las opciones para un nuevo Gobierno. La política italiana entra en una fase de confusión y de incógnitas. Sumamente negativa para un país que no puede perder tiempo si no quiere rezagarse de una construcción europea que tiene, desde Maastricht, unas definiciones precisas.

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