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Atrapados por el teatro

Ocho jóvenes fundan en cooperativa una nueva sala de arte dramático

Ana Alfageme

José era, como dice él, un bala perdida. Se dedicaba a cosas tan peregrinas como arbitrar partidos de baloncesto. Un día, mientras esperaba el metro, vio un anuncio de un curso de teatro y se apuntó sin saber muy bien por qué. Ahora tiene 26 años, se considera atrapado por el arte dramático y es uno de los ocho cooperativistas que han fundado, en un coqueto local de Chueca, Artea Teatro Estudio. "Artea significa Arte y Teatro", dice Hugo Alvárez, alma del proyecto y director de la escuela que ha sido el germen de todo.Artea tiene, en poco más de cien metros cuadrados, una sala con 50 butacas, unos camerinos diminutos e incluso un pequeño bar donde tomar un café con leche y merendar antes de la representación, de viernes a domingo, que es cuando abre Artea.

Arte y mantenimiento

Una de las obras de esta temporada ha sido De machos y hembras, del propio Hugo, sobre el desmantelamiento del machismo. José hace de Macho I, "el más salvaje de todos", por ejemplo. Pero los cuatro hombres y cuatro mujeres que forman cooperativa en Artea trabajan juntos desde hace cinco anos, a partir de aquella escuela de aficionados por la que se dejó caer un buen día José. "Había que dar el salto", explica Hugo, "si no queríamos quedarnos en eso, en unos aficionados".Se tiraron a la calle hace casi dos años para buscar un local. Lo encontraron en la calle de San Gregorio, 8, y empezaron a remodelarlo. Dejaron sus trabajos y se empeñaron hasta los dientes. Tuvieron que afrontar, además, un incendio que les machacó el trabajo. Cada uno tiene una función artística y otra en el mantenimiento de la sala. Alberto se encarga de la promoción de Artea y echa una mano en el bar al tiempo que da vida al Macho 3. "Es una experiencia muy fuerte para tenerla tan joven", dice muy seriecito, con sus 24 años. Dejó de ser celador de ambulatorio para entregarse al proyecto.

Artea, que se une desde el otoño al conjunto de salas independientes de Madrid, quiere ser también un espacio para que la gente desfogue sus iniciativas artísticas. Se han inventado la figura del integrante, una especie de socio que paga una cuota de 1.000 pesetas al mes y entra gratis, ahorrándose las 800 pesetas que vale la entrada. Los integrantes son ya medio centenar y utilizan la sala para leer poemas o para actuar. "Así se hace realidad el nombre de la sala", añade Hugo. Desde febrero Artea enseña también a 15 aprendices de actor, cada martes y jueves por la tarde.

Fiestas dramáticas

Otro de los inventos del colectivo es el maratón mensual que denominan fiesta teatral, y dura varias horas. "La gente sale y entra, se toma la copa y las luces van indicando la vuelta a la ficción dramática. El público participa mucho", comenta Elisa, que también abandonó su trabajo en una agencia de prensa. Todos se ríen al recordar lo que le pasó a uno de los actores, agredido en el escenario por un espectador demasiado sumergido en la ficción. "Pensó que iba a matar a la chica y salió a defenderla".Hace poco se estrenó otro montaje para el fin de semana, Geometría dramática. Hitler Hamlet, de Máximo Sala, se representa, los domingos con un actor invitado, Julio Molina. En escena aparece el dictador atrapado por la dramaturgia y convertido en unode los personajes principales del teatro. De machos y hembras remata el domingo.

Si todo va bien, los jueves invitarán a cantantes o a formaciones musicales. Y dentro de nada se pintarán la nariz en Noche de payasos. Mientras tanto hacen los carteles, reparten invitaciones y empapelan Madrid con el nombre de Artea. "Pese a la crisis del teatro, nosotros queremos tener un hueco".

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Sobre la firma

Ana Alfageme
Es reportera de El País Semanal. Sus intereses profesionales giran en torno a los derechos sociales, la salud, el feminismo y la cultura. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS, donde ha sido redactora jefa de Madrid, Proyectos Especiales y Redes Sociales. Ejerció como médica antes de ingresar en el Máster de Periodismo de la UAM y EL PAÍS.

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