Por qué el nuevo estallido de violencia
El estallido de los combates en Bosnia Herzegovina se ha producido en la víspera de una reunión del Consejo de Ministros de la Comunidad Europea (CE), hoy en Luxemburgo, de la que muchos esperan el reconocimiento internacional del país. Los combates en esta república étnicamente mixta han superado en pocos días las cotas de brutalidad y violencia alcanzadas en Croacia. La coincidencia entre la reunión de Luxemburgo, la llegada de las primeras tropas de cascos azules a Croacia y el nuevo estallido de las hostilidades en Bosnia-Herzegovina y Croacia responde a una lógica que, impuesta en el proceso de la disolución de Yugoslavia por el presidente serbio Slobodan Milosevic, éste ya no controla totalmente. La dirección serbia en Belgrado utilizó con mucho éxito esta alternancia de disposición negociadora ficticia o real y violencia armada en el conflicto con Croacia.
Fuertes disturbios provocados por miembros incontrolados de la guerrilla serbia creaban una situación dramática y hechos consumados en el terreno militar. Después, Belgrado o sus representantes en comunidades serbias militarizadas, acudían a las negociaciones advirtiendo contra cualquier medida que no encajara con sus exigencias, blandiendo amenazas de males peores y violencias más terribles.
Así, Serbia y sus aliados lograron mantener a la CE paralizada durante seis meses hasta que uno de los miembros de ésta, Alemania, impuso en Bruselas el reconocimiento de Croacia y Eslovenia. Como había logrado en Croacia hace un año, Belgrado induce ahora a los serbios en Bosnia-Herzegovina a la insurrección. Agita temores históricos y la fobia anti-islámica de la importante minoría serbia en Bosnia-Herzegovina para dificultar un reconocimiento que dejaría el proyecto yugoslavo de Milosevic reducido a la mínima expresión de la alianza serbio-montenegrina.
Sin Bosnia, Serbia no contaría con comunicación terrestre con la región de Krajina en Croacia que Milosevic y otros nacionalistas serbios más radicales consideran irrenunciable. Con los cascos azules en las regiones croatas ocupadas por el Ejército federal, no sólo podrían regresar a sus hogares los croatas y los húngaros expulsados.
También los serbios autóctonos podrían recuperar la libertad para dar prioridad a sus intereses económicos que los vinculan más con Croacia que con sus hermanos en una Serbia que se desentendió de sus dificultades tras intervenir para crearlas.
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