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El líder de la Liga Lombarda afirma que federalismo y fascismo son incompatibles

ENVIADO ESPECIAL Francesco Speroni, eurodiputado de 45 años de edad elegido por la Liga del Norte en 1989, considera "incompatibles federalismo y fascismo", al tiempo que rechaza cualquier identificación de su movimiento con la ultraderecha de Le Pen o los republicanos alemanes (neonazis). Preside la Liga Lombarda, que es el germen de la Liga del Norte, como figura en el emblema de esta formación política que está convulsionando la vida política de Italia. El senador Umberto Bossi es el secretario general y líder máximo de ambas organizaciones.

"Puedo ver a un socialista o a un liberal que sean federalistas, pero no a un fascista. La extrema derecha, el fascismo, son antiautonomistas, centralistas", declaró Speroni a este enviado en Milán antes de que se inciasen las votaciones para renovar el Parlamento italiano.Speroni, de profesión técnico de vuelo, es además licenciado en Ciencias Políticas. Entró en la Liga en 1986.

Durante la campaña electoral, la Liga ha sido reiteradamente, acusada de racista, y asimilada al fenómeno Le Pen de Francia. "Somos exactamente lo contrario de Le Pen. Sólo tenemos un punto de analogía, que es el tema de la inmigración. Nosotros, como el resto de los partidos italianos -que también son muy distintos a Le Pen- creemos que la inmigración incontrolada es un fenómeno negativo; por eso proponemos que sea sometida a cauces regulares".

Speroni piensa que el problema puede ser afrontado de "forma represiva mediante la severa vigilancia en las fronteras o con la expulsión coactiva de quienes entraron ilegalmente en el país", si bien se inclina por una "acción positiva", como es la ayuda a los países subdesarrollados que vierten la emigración a Europa y mediante la actuación de embajadas y consulados para que sólo entren en el país quienes posean un contrato de trabajo en las debidas condiciones.

Contra el "trabajo negro"

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"Mediante ese contrato evitamos que los extranjeros lleguen en busca desesperada de trabajo, con lo que pueden ser presa de la criminalidad organizada. Pero además, si tienen la situación regulada, puede evitarse que sean explotados y caigan presa del trabajo negro", afirma el presidente de la Liga Lombarda.

A partir de ahí las diferencias con Le Pen son evidentes para Speroni: "Le Pen cree en la superioridad de la etnia europea; nosotros no planteamos ninguna cuestión de superioridad, sólo hablamos de diferencias y dificultades de integración". Reconoce que esos problemas de integración son más acentuados cuanto mayor es el número de los "distintos" que hay que acoger.

Para continuar con las diferencias con el movimiento racista francés, añade: "Le Pen es centralista, y se opone a la autonomía de Córcega, Bretaña, Alsacia, etcétera. Y ni siquiera ha logrado entenderse con la extrema derecha italiana en el Parlamento de Estrasburgo".

Cuando se le argumenta que las propuestas federalistas de la Liga pueden ocultar una falta de solidaridad hacia el Sur, menos dotado económicamente, Speroni recuerda que ningún Estado federal abandona a su suerte a sus asociados, y cita el caso de la unidad alemana y el esfuerzo que realiza el Oeste para integrar a los alemanes orientales.

Roma se ha convertido para los liguistas en sinónimo de corrupción, despilfarro y mal gobierno. Pero ahora la Liga del Norte tendrá una fuerte implantación que llegará incluso a condicionar el habitual sistema de alianzas italiano. Cuando se le pregunta si no es posible que su movimiento se vea atraído por esa dinámica, es decir, que el Norte acabe romanizándose, responde sonriendo que eso es tan difícil como que haya un fuerte terremoto en Milán.

"En Roma", afirma Speroni, "reafirmaremos nuestra autonomía y trabajaremos para transformar el Estado en un Estado federal. Para ello buscaremos con otras fuerzas que manifiestan posturas autonomistas. Pero si vemos que esas formaciones han utilizado esa postura por puro oportunismo de la campaña electoral, entonces nos prepararemos para dar la batalla en las elecciones locales de 1995 y conquistar el mayor número de regiones y ayuntamientos en el Norte para promover, de acuerdo con la Constitución, un referéndum que convierta al Norte en una única región. Así, a Roma no le quedaría más remedio que doblegarse y negociar".

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