Laboristas y 'tories' creen que la batalla de Londres decidirá las elecciones
La batalla por Londres tendrá una decisiva importancia en las elecciones inglesas del 9 de abril. Según los últimos sondeos, los laboristas mantienen a nivel nacional una leve ventaja, de uno o dos puntos, sobre los conservadores (41% contra 39%, aproximadamente), y los liberal-demócratas suben (18%), pero sin amenazar a los dos grandes partidos. En esta situación, la victoria se inclinará hacia un lado u otro en los 84 escaños londinenses. La decadencia de la ciudad, con sus enormes problemas de seguridad, transporte, educación y vivienda, será uno de los temas centrales en la recta final de la campaña.El Partido Laborista obtuvo sólo 23 escaños londinenses en 1987, frente a los 58 conservadores y los tres de la Alianza (ahora liberal-demócratas). El objetivo de Neil Kinnock es añadir a esos. 23, que parecen relativamente seguros, otros 24 donde los conservadores obtuvieron. una corta ventaja hace cinco años. Uno de ellos es Hampstead, donde tienen que remontar 2.221 votos, sobre un total de 59.009, para obtener el triunfo.
Allí se presentan la actriz Glenda Jackson con los laboristas, y un ejecutivo bancario, Ofiver Letwin, como candidato conservador. Los laboristas están convencidos de que una victoria de Jackson en Hampstead, que ha sido coto conservador durante los últimos 25 años, marcaría el giro hacia la izquierda de toda la metrópoli.
Tanto Jackson como Letwin son caras nuevas en Hampstead. Ambos hacen una campana mucho más elegante y constructiva que la protagonizada por los líderes nacionales de ambos bandos, aunque han sido tentados a caer en trucos sucios por sus respectivos partidos. Los conservadores, por ejemplo, jugaron con la idea de distribuir fotografilas de Jackson desnuda, procedentes de una de sus películas, y acusarla de antijudía (en Hampstead hay una importante colonia judía). Letwin se opuso personalmente a ello.
Obstáculos de campaña
Curiosamente, los principales obstáculos de ambos candidatos se deben a las recientes políticas de sus respectivos partidos. En el caso de Glenda Jackson, el rechazo al poll-tax. Muchos de sus potenciales votantes no podrán acudir a las urnas porque no figuran en el censo. Los laboristas animaron implícitamente a sus simpatizantes a no pagar el poll-tax de Margaret Thatcher, y no hay mejor forma de evitar ese impuesto municipal que la de desaparecer de los listados oficiales, no informando de los cambios de domicilio.
Letwin, por su parte, se topa con el problema del boom inmobiliario. Muchos conservadores potenciales, animados a comprar una casa en las elegantes calles de Hampstead durante la euforia económica thatcherista, sufren ahora las elevadas hipotecas y la depreciación del mercado inmobiliario, con la consiguiente actitud negativa hacia los tories.
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