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La dimisión del ministro de Exteriores de Israel, principio de una guerra en el Likud

El viceprimer ministro y ministro de Asuntos Exteriores israelí, David Lévy, anunció ayer su dimisión en un dramático discurso ante centenares de seguidores en la localidad costera de Herzliah. Lévy acusó a "los señoritos" de la dirección del Likud de llevar al partido hacia la derrota electoral, aunque aseguró que el partido sigue siendo su casa y no va a abandonarlo. Estas palabras, sin embargo, no ocultan lo estruendoso de este primer cañonazo en la guerra que Lévy va a librar a partir de ahora contra el primer ministro, Isaac Shamir, y sus más allegados halcones.

David Lévy reprochó a los líderes de su partido el haber olvidado lo que es "el amor al pueblo y al país de Israel"; el que piensen que las elecciones del 24 de junio están ganadas, e ignorar a la columna vertebral del Likud: los alcaldes de las pequeñas localidades, a los militantes de los barrios obreros y a las localidades de nueva planta, "arítaño el bastión del Likud", ahora perjudicados por una "deficiente" política social del Gobierno. Lévy, un antiguo sindicalista de la construcción, lamentó las discriminaciones gubernamentales contra los más desfavorecidos, de quienes siempre ha sido un destacado defensor.El dimisionario criticó, aunque sin referirse explícitamente a ellos, que las actuaciones de Shamir, junto a las de los responsables de Defensa, Moshe Arens; de Vivienda, Ariel Sharon, y de Sanidad, Ehud Olmert,no han provocado más que "fricciones inútiles" con Estados Unidos. "Podemos y debemos defender nuestras posiciones sin por ello entrar en conflicto con Estados Unidos, el poderoso aliado y amigo de Israel", dijo Lévy. "En estas condiciones, he decidido dimitir, por el bien del Likud y el bien del país", añadió, no sin antes acusar a la dirección del Likud de haber "roto, con su mezquindad, un gran sueño".

Varios de los más próximos consejero de Lévy esperaban que la dimisión del ministro fuera acompañada del anuncio de su abandono del Likud y de la proclamación de un nuevo partido, el llamado Verdadero Likud del Pueblo. Lévy anunció que seguirá en el partido, pero su salida del Gabinete le deja las manos libres para actuar contra sus adversarios en la jefatura del partido. En tales circunstancias, la dimisión no es el fin de un proceso cada vez más envenenado, sino el levantamiento del telón de un combate contra las filas de Shamir, Arens y Sharon que no ha hecho sino comenzar.

El primer ministro tiene ante si tres posibilidades de actuación: nombrar inmeditamente un nuevo ministro de Exteriores, para demostrar que él sigue mandando en el partido, ignorar la andanada de Lévy y asumir él mismo la cartera durante los tres meses que quedan para las elecciones, o intentar convencer a Lévy de que se vuelva atrás de una decisión que, en plena campaña electoral, no puede sino ir en detrimento del Likud. De hecho, Lévy hizo su anunció ante una asamblea de sus partidarios, calculados en un 30% del comité central del partido.

A favor de los laboristas

En medios parlamentarios, la dimisión de Lévy, que será efectiva el martes de la próxima semana, era percibida como un activo para el Partido Laborista del recién elegido líder, Isaac Rabin.Lévy, nacido hace 54 años en Marruecos y con sólido apoyo en las medios sefardíes, llegó desde lo más bajo del partido a la jefatura de la diplomacia israelí, para la que fue nombrado en junio de 1990 y desde la que luego chocó frontalmente, en particular durante el último año, con la intransigencia de Shamir. Considerado como el número dos del Likud, Lévy defendió la necesidad de participar en las negociacioners con los árabes patrocinadas por Estados Unidos y se encontró con que, en vísperas de la partida para la Conferencia de Madrid, el propio Shamir ocupó la jefatura de la delegación israelí por desconfianza hacia su ministro.

Relegado al cuarto puesto

Lévy sufrió un sonoro desaire hace un mes, cuando el comité central del partido le relegó al cuarto puesto en la cúpula del Likud, por detrás de la troika Shamir-Arens-Sharon. Los partidarios de LéVy también han sido sistemáticamente apartados de los lugares de cabeza en las elecciones de junio, lo que, de hecho, significa arrojarles al vacío político. Arens se perfila ahora como el más claro delfín de Shamir.Durante los dos últimos años, Lévy no ha hecho sino profundizar en su imagen como uno de los más moderados miembros del Gobierno de Shamir, que ya comenzara a construir en 1978, cuando fue el único ministro del Likud que se pronució en favor de los acuerdos de Camp David. En 1985 fue también el único ministro que apoyó la retirada israelí de Líbano, y tres años después se manifestó en favor de constituir un Gobierno de unidad nacional.

El presidente Haim Herzog, que hoy llega a España, sigue con atención la crisis y ayer firmó el indulto del pacifista Abie Nathan, encarcelado por haberse entrevistado con el presidente de la Organización para la Liberación de Palestina, Yasir Arafat. Nathan entró en la cárcel en octubre y saldrá de ella en los próximos días.

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