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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Autoengaño del PNV

CUANDO ALGUIEN se siente acosado tiende a cometer errores que agravan su situación. Es lo que le está sucediendo al Partido Nacionalista Vasco (PNV) desde que arreciaron las críticas en relación a su desconcertante acercamiento al mundo de ETA y Herri Batasuna (HB), y en particular a su actitud respecto a la amenazada autovía de Leizarán. En medio de la confusión, la decisión de aplazar por una semana el paso decisivo puede considerarse un rasgo de lucidez. Es cierto que el aplazamiento ha ido acompañado de la reafirmación de los argumentos que le llevaron a tropezar. Pero ello podría ser lo de menos si el plazo que se ha dado a sí misma permite a la dirección del PNV una más reposada consideración de los efectos que tendría llevar a la práctica la iniciativa anunciada: aprobar unilateralmente, y en abierto desafío a todas las demás fuerzas democráticas, el trazado que los amigos de los amigos de ETA han considerado aceptable para esa autovía. La reunión del Pacto de Ajuria Enea, convocada para hoy por el lehendakari Ardanza, puede dar ocasión a esa reconsideración.Sería la segunda vez que tal cosa ocurre. En agosto pasado, dirigentes guipuzcoanos del PNV pactaron con la coordinadora Lurraldea un trazado alternativo al aprobado por las instituciones con el argumento de que con ello se "ampliaba el consenso existente". En realidad suponía todo lo contrario: arriesgar el acuerdo trabajosamente logrado tras seis años de debates, a cambio de contentar a la minoría amparada por ETA. El planteamiento equivalía a equiparar la legitimidad democrática a la de cualquiera que pudiera exhibir el aval de los violentos. Tanto chocaba esa lógica con la que venía defendiendo el PNV que la propia dirección forzó la marcha atrás.

Algún día se sabrá qué desconocidos compromisos han podido mover al PNV a regresar al laberinto. No parece verosímil que sus dirigentes ignorasen los efectos que inevitablemente se seguirían de su decisión: por una parte, riesgo de ruptura del pacto y desautorización implícita de su principal valedor, Ardanza; por otra, fortalecimiento de HB y ETA comparable al producido tras la paralización de Lemóniz. Pero no habría que descartar que factores coyunturales e intereses partidistas hayan pesado más que tales consideraciones. La coalición PNV-PSOE que gobierna en Guipúzcoa es vulnerable a una eventual alianza entre HB y Eusko Alkartasuna (EA). De hecho, un preacuerdo de estas fuerzas forzó la retirada. de los presupuestos de ese territorio. La carta de HB al PNV, esgrimida por este último partido para justificar la aceptación de un diálogo con los radicales, no sólo se refería a tales conversaciones. Había otros dos puntos: la autovía y los presupuestos de Guipúzcoa.

El argumento de que "algo se mueve en HB" y que, por tanto, ha llegado la hora de establecer lazos que ayuden a esa formación a romper con ETA puede haber influido en el giro del PNV. Pero es imposible ignorar que tal giro coincide con intereses inmediatos y muy concretos del PNV en Guipúzcoa. En ese sentido, tiene razón el partido de Garaikoetxea, expulsado del Gobierno vasco el pasado otoño por su apoyo a las mociones independentistas de HB, en denunciar la doble moral del que lidera Arzalluz. Pero, al negarse a acudir hoy a Ajuria Enea y poner condiciones a su participación en ese frente contra la imposición terrorista, EA no es coherente con la política de principios que practicó cuando estuvo al frente de la Diputación guipuzcoana.

Por otra parte, si fuera cierto que hay sectores aperturistas en HB, no parece que la mejor forma de ayudarles sea suspender la política de aislamiento de esa formación sin que su dirección haya hecho el menor gesto de distanciamiento respecto a ETA. Y, especialmente, no parece que la forma de atraerles a las instituciones democráticas sea plegarse al chantaje de los violentos en torno a la autovía. Pero es posible que la reunión de hoy sirva para plantear la pedagogía contraria: una reconsideración del PNV en aras del mantenimiento de la unidad de las fuerzas democráticas significaría lanzar a HB el mensaje de que su supeditación a los pistoleros es hoy un lastre que le impide hacer valer su influencia, la derivada de sus votos, en las instituciones. Y en los acontecimientos.

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