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Caballos en la oscuridad

El corte de agua y luz por falta de pago evidencia el difícil futuro del hipódromo

Gabriela Cañas

Era la puntilla. El hipódromo de la Zarzuela, sumido en la más grave crisis financiera de su historia, se ha quedado sin agua y sin luz por falta de pago. A resultas de ello, la centralita telefónica tampoco funciona. Ayer, los empleados de la oficina no se quitaron el abrigo y colocaron velas en las mesas para seguir trabajando. Los jardineros siguieron cortando el césped; los yoqueis, montando, y los preparadores, cepillando a los caballos.

Contra viento y marea, el restaurante del hipódromo afrontaba ayer su compromiso de preparar el menú de una fiesta prevista para hoy con 200 invitados. Aunque en penumbra, la cocina funcionaba. "El gas lo pagamos nosotros, no estos chorizos de la Sociedad de Fomento", comentaba un empleado del bar. "Yo me traigo un grupo electrógeno y lo que haga falta, pero la fiesta se hace", decía el dueño, Ricardo Goizueta.La Sociedad de Fomento de la Cría Caballar es la que gestiona desde hace 150 años el hipódromo de la Zarzuela, por cuyo futuro hay pocas apuestas. Y las que hay, como la del empresario vasco Enrique Sarasola, no se toman en cuenta por falta de acuerdo entre los socios.

La deuda de la Sociedad de Fomento asciende a 2.500 millones de pesetas, cifra que seguirá engordando, dado que no se celebran carreras. Éstas tenían que haberse inaugurado el pasado 17 de febrero, pero hace muchos meses que aquí no se vive el suave bullicio de un día de competición.

Un empleado de mantenimiento pintaba ayer con esmero una parte de las blancas gradas. El césped está verde, raso y mullido. La pista, perfecta, y en las caballerizas, los pura sangre son atendidos con manos expertas. "Los caballos están preparados para correr mañana mismo", explica el yoquei Ángel Sánchez. "Nosotros seguimos haciendo el trabajo diariamente. Mañana [por hoy], como no hay luz, no podremos empezar a preparar al caballo a las 6.30. Esperaremos a que amanezca".

La situación es insostenible. El agua estaba cortada desde hace días, pero sin luz ya no se puede bombear agua de un pozo como hasta ahora. El depósito dejó ayer de rellenarse y se agotará en unas horas. En el hipódromo viven 32 familias y 750 caballos. Sin agua no pueden aguantar mucho tiempo. "Yo tengo dos hijos pequeños imagínese el problema", dice el preparador Gerardo Villalta, que vive aquí desde hace cuatro años.

Muerte lenta

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El cuidador Hermógenes Martín es de la opinión de que el hipódromo necesita "alguien que lleve esto en condiciones". Porque Martín se teme lo peor: que lo dejen morir, que dejen en la calle a los 280 empleados, que los caballos sean devueltos a sus yeguadas y que las edificaciones y la M-40 borren del mapa este lugar.En cualquier caso, ésta no sería una muerte súbita. "Antes había aquí más de mil caballos", explica el entrenador Juan Manuel Sánchez mientras cepilla y lava la cara a una espléndida yegua. "Ahora sólo hay 750. La última subasta de potros, que se hace siempre entre septiembre y noviembre, fue un fracaso".

Los trabajadores empezaron el año con una huelga. La Sociedad de Fomento les debía una nómina y la paga extraordinaria. Los 100 millones de pesetas aportados por Sarasola y un grupo de empresarios zanjaron el problema. "Hasta ahora estamos cobrando puntualmente", dice el jardinero Miguel Fernández.

La situación a la que se ha llegado es tan extrema, que muchos pensaban ayer que la solución está próxima. No se equivocaban. Por la tarde, el comité directivo de la Sociedad de Fomento, decidía aceptar la propuesta de la Agrupación de Propietarios de Caballos de Carreras para la celebración de competiciones a partir del próximo 5 de abril, informa Edmundo González. La propuesta incluye el pago inmediato de la deuda con el Canal de Isabel II y la compañía de electricidad.

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Sobre la firma

Gabriela Cañas
Llegó a EL PAIS en 1981 y ha sido jefa de Madrid y Sociedad y corresponsal en Bruselas y París. Ha presidido la Agencia EFE entre 2020 y 2023. El periodismo y la igualdad son sus prioridades.

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