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Tribuna:ANÁLISIS
Tribuna
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Tsongas, el hombre que no quiso ser Papá Noel

El 30 de abril de 1991, Paul Tsongas, un ex senador por Massachusetts prácticamente desconocido a escala nacional, anunciaba su presentación a la candidatura presidencial demócrata en unos momentos en que ningún político de su partido se atrevía a oponerse a un George Bush victorioso en la guerra del Golfo y con un apoyo popular del 90%. El pasado jueves, Tsongas volvía a sorprender a propios y extraños al anunciar su retirada.Tsongas alegó falta de fondos para proseguir la campaña. Verdad, pero no toda la verdad. La razón profunda hay que buscarla en su negativa a cambiar su mensaje político -"a comprometer mis principios", para utilizar sus propias palabras-, un mensaje que, en unos momentos de recesión económica en EE UU, sólo prometía, como Winston Churchill en 1940, "sangre, sudor, fatiga y lágrimas".

Los fondos, que llenaron abundantemente sus arcas tras su decisiva victoria en las primarias de New Hampshire hace un mes, dejaron de llegar tras su pobre actuación en dos Estados claves industriales, Michigan e Illinois, la pasada semana. Tsongas no tenía ninguna esperanza de salir airoso en las primarias sureñas del supermartes frente a un político populista y sureño como el gobernador Bill Clinton de Arkansas, que luchaba en su propio terreno. Pero para continuar en la carrera le era imprescindible quedar bien colocado en Michigan e Illinois.

Tsongas, que tras seis años en el Senado renunció a su escaño para librar y ganar una batalla contra el cáncer que padecía, no convenció a los obreros desempleados de Detroit y Chicago, a las minorías negras, en una palabra, a las bases traidicionales del Partido Demócrata, de que para sacar al país de la recesión es necesario apretarse todavía más el cinturón. "No soy Papá Noel", repetía una y otra vez ante unas audiencias angustiadas por el problema del desempleo que precisamente lo que esperaban era escuchar un mensaje providencialista de un Papá Noel.

Su mensaje era claro y sin demagogia. Si el Partido Demócrata quiere volver a ocupar la Casa Blanca, algo que no ocurre desde Jimmy Carter en 1976, sus candidatos tienen que dejar de atacar a las empresas y al capitalismo. Sin estímulos a la inversión no se pueden crear puestos de trabajo, lo primero que necesita el país. Su programa, Llamada a las armas económicas, se oponía a una reducción fiscal para los ingresos medios, propugnada incluso por los congresistas demócratas, y favorecía una disminución en el impuesto sobre las rentas del capital.

Con este programa, no es de extrañar el éxito de Tsongas entre los demócratas de ciudad y de corbata y su rotundo fracaso entre los obreros industriales y las minorías étnicas. Su triunfo en Maryland, el único importante tras la victoria de New Hampshire, se debió principalmente al apoyo de esas bases demócratas cómodamente instaladas en las afueras de Baltimore y de la capital federal.

El escándalo semanal

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Tsongas se dio cuenta de que su mensaje no calaba y el jueves tiró la toalla, pese a estar bien situado para ganar las primarias en Connecticut, Estado vecino a su Estado natal de Massachusetts, el próximo martes, y aunque afirmó 48 horas antes que seguiría en la carrera hasta las primarias de California.

Su retirada, que pilló por sorpresa a todo el establishment político, desde Bush hasta Clinton, deja el camino abierto, salvo imprevistos de última hora, al gobernador de Arkansas para conseguir la candidatura en la convención demócrata del próximo julio en Nueva York. Imprevistos que no hay que descartar en la jungla política norteamericana. Hasta ahora, Clinton ha capeado los temporales, como sus pretendidas infidelidades matrimoniales y su evasión del servicio militar en Vietnam. Una nueva revelación podría poner en peligro la carrera hacia la proclamación de Clinton, a quien su único rival demócrata, Jerry Brown, apoda "el candidato del escándalo semanal".

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