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ELECCIONES EN EUROPA

Los partidos políticos del Reino Unido convergen hacia el centro

Enric González

Cuando un país pertenece a la Comunidad Europea (CE) y a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), el margen de maniobra de su Gobierno es relativamente reducido en cuestiones esenciales como la política monetaria o la de defensa. Si además ese país, el Reino Unido, está cansado del radicalismo laborista de los años setenta y del radicalismo conservador de los ochenta, los partidos tienden a converger hacia el centro. Y así lo hacen.

A falta de grandes diferencias en los programas, la campaña electoral británica está especialmente enfocada hacia la personalidad y presunto carisma de John Major, Neil Kinnock y Paddy Ashdown, los tres candidatos.John Major, el aspirante conservador, no está hecho para los mitines. Su sonrisa, su sentido del humor y su tono de voz relajado son mucho más efectivos en las distancias cortas y los auditorios reducidos. Los estrategas del partido han diseñado para él un nuevo tipo de acto público televisado, equidistante del mitin y de la entrevista personal, consistente en la reunión de unas 200 personas (todas ellas de probada fidelidad al partido) que se sientan en círculo alrededor de un taburete.

A los acordes de una melodía tradicional arreglada por Andrew Lloyd Weber (Jesucristo Superstar, Evita) aparece Major, se sienta y se quita la chaqueta. Cesa la música, el candidato hace un par de chistes y habla de un tema determinado durante cinco minutos. Luego comienzan las preguntas del público, tan amañadas que incluso un actor consumado como Major se ve en dificultades para reflejar sinceridad.

John Major se presenta a sí mismo como el hijo de un trapecista arruinado que no pudo ir a la Universidad, que fue rechazado cuando quiso emplearse como conductor de autobús y que se labró una posición como empleado de banca y político de base. Es el hombre de la calle, un tipo corriente lleno de buen humor y sentido común, con tendencia a la blandenguería. Exhibe su biografía como ejemplo de las ventajas del "capitalismo sin clases sociales" (su frase preferida) que él ofrece al electorado.

Neil Kinnock, el candidato laborista, ha decidido enterrar para siempre su antigua imagen radical. Es un consumado especialista en mitines, y sus asesores le proporcionan audiencias amplias y vibrantes; en las entrevistas televisadas se pierde en verborreas superfluas y no resulta simpático. No se quita para nada la chaqueta cruzada, con la que pretende disfrazarse de estadista, y en los anuncios comparte protagonismo con su esposa, Glennys, muy involucrada en las actividades del partido.

Hijo de minero galés, le gusta decir que es "el primer Kinnock que ha ido a la Universidad en mil generaciones", aunque no fue buen estudiante. Viaja por el país en un tren especial alquilado para evitar los retrasos de los ferrocarriles estatales.

Paddy Ashdown, tercero en discordia y sin posibilidades de ser primer ministro, es un bombón para los asesores de imagen. Es el mayor de los tres (52 años, frente a 48 de Major y 49 de Kinnock), pero parece el más joven. Nació en Irlanda del Norte en una familia humilde, fue oficial de los marines con un expediente impecable, trabajó como diplomático del Reino Unido en Suiza y abrazó la fe liberal ya mayor, tras un breve periodo como desempleado. Gusta a los electores: cuando se descubrió que había tenido una amante, subió su popularidad. Transmite voluntad y dinamismo, pero es un mal orador en público y a veces tartamudea. Cada día hace cientos de millas en su autobús amarillo.

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