Pujol reafirma el nacionalismo dialogante de CiU y marca distancias con el independentismo de esquerra
El presidente electo de la Generalitat, Jordi Pujol, reafirmó ayer que el nacionalismo de Convergència i Unió (CiU) mantendrá su actitud dialogante teniendo como marco la Constitución y el Estatut y sin dejarse influir por las presiones independentistas de Esquerra Republicana (ERC), partido que, con su oferta independentista, ha pasado de 6 a 11 escaños, convirtiéndose en la tercera fuerza política catalana. "La brújula la hemos puesto en una dirección y vamos a una velocidad determinada; nos mantendremos tanto como podamos dentro de esta línea", señaló ayer Pujol mientras, en mangas de camisa, charlaba con este diario en su residencia oficial."Ahora estamos aún más convencidos de que hemos de actuar en esa dirección, sin dejarnos influir demasiado y sin alterarnos por las presiones que nos puedan venir", añadió, antes de explicar: "Durante muchos años hemos tenido presiones muy fuerte por parte de los partidos españoles, de los vinculados a los grandes partidos estatales. Ahora nos pueden venir de otros sectores como, por ejemplo, de Esquerra Republicana".
El líder nacionalista, que en la noche electoral avanzó que reclamaría mayores cotas de autogobierno, se mostró dispuesto ayer a administrar su mayoría absoluta "de una manera muy dialogante para que traten de participar el mayor número de los seis millones de ciudadanos".
"No nos casaremos con nadie"
Para el secretario general de Convergència Democrática, Miquel Roca, los resultados dan la suficiente libertad a CiU para poder actuar en política española de "acuerdo con lo que conviene a los intereses de Cataluña y de nuestros electores". "No vamos a casarnos con nadie", indicó ayer Roca a este diario.
"Nadie está en condiciones de exigirnos nada; que no nos hagan sumarnos a nada. Al revés, lo que hemos demostrado es que no necesitamos sumarnos a nada ni a nadie, ni a unos ni a otros. Queremos estar libres para poder hacer lo que creamos que conviene a los intereses de Cataluña y de nuestros electores", agregó, despreciando los guiños que CiU ha recibido del PP en el sentido de que los nacionalistas deben sumarse a la construción de una alternativa al PSOE.
El portavoz de CiU en el Congreso considera que el renovado peso de esta coalición en la política española debe traducirse en un cambio en la política económica del Gobierno, en particular en su política fiscal, que no favorece la competitividad y el progreso económico, en los que Cataluña se sitúa en una posición puntera según los especialistas.
Pasadas las ocho de la tarde de ayer, el Departamento de Gobernación dio cuenta de que CiU perdía un escaño en Barcelona en beneficio de los socialistas, al recontarse unas mesas pendientes. Los nacionalistas suman 70 escaños (uno más que en 1988) y el PSC, 40 (dos menos).
Los reyes don Juan Carlos y doña Sofía enviaron ayer un telegrama de felicitación a Pujol por la victoria de CiU: "Deseamos fervientemente que ayude a impulsar el bienestar y el progreso de Cataluña y de toda España".
En la noche electoral, los socialistas esperaron 3 horas y 20 minutos para reconocer su derrota y lo hicieron a través de una declaración leída por su primer secretario y candidato frustrado a la Generalitat en tres ocasiones consecutivas, Raimon Obiols, quien en contra de la costumbre no se sometió a las preguntas de los informadores. Obiols compareció con varios dirigentes de su partido, entre los que, significativamente, no se encontraban ni el vicepresidente del Gobierno, Narcís Serra, ni el alcalde de Barcelona, Pasqual Maragall, que ocupaba el segundo lugar en la candidatura.
Obiols reapareció ayer ante la prensa, aunque eludió concretar cuál será su futuro político y si está dipuesto a intentar por cuarta vez, en 1996, el asalto a la presidencia de la Generalitat pese a haber sufrido ya tres derrotas. "En el futuro, el partido decidirá democráticamente qué candidato considera idóneo", dijo el primer secretario del Partit dels Socialistes (PSC), no sin antes advertir: "Llevo muchos años en la política y a mí no me mueven de esto así como así".
En el último tramo de la campaña, algunas voces del aparato guerrista del PSOE en Madrid adelantaron que si se producía una derrota del PSC, habría también un ajuste de cuentas. Este aviso no causa mucha preocupación en el PSC. Obiols asegura que tiene muy buena relación con Alfonso Guerra y uno de sus colaboradores definía así la situación: "Desde luego no va a ser Benegas [secretario de Organización del PSOE], a quien en el País Vasco no le dedican precisamente una plaza en cada pueblo, el que ahora va a venir a decimos qué hay que hacer aquí".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.