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Hoy se publica en Francia el epistolario de 25 años entre Freud y Ferenczi

Hoy, 12 de marzo, ha aparecido en Francia el primer volumen de la correspondencia entre Sigmund Freud y su discípulo y amigo Sandor Ferenczi, neurólogo y psiquiatra húngaro. La edición completa de las 1.250 cartas, que necesitará tres tomos, es un auténtico acontecimiento dentro del mundo del psicoanálisis.

Según la traductora de estos 25 años de relación epistolar, la también psicoanalista Judith Dupont, "no puede decirse que en las cartas encontremos grandes novedades científicas, pero sí un gran esfuerzo por evitar simplificaciones, un detalle mucho mayor sobre ciertos aspectos del psicoanálisis". El primer tomo comprende las misivas intercambiadas entre 1908 y 1914: "Es el periodo de entusiasmo absoluto de Ferenczi, es el inicio de una gran amistad. En esa época, Freud es para él un maestro y un padre. Ferenczi le confía toda su vida privada, le consulta continuamente, se veían muy a menudo. A Freud le hubiese gustado que una de sus hijas se casase con su discípulo húngaro, pero no pudo ser porque Sandor mantenía relaciones con una mujer de la que estaba muy enamorado y que era una antigua paciente suya. El atentado de Sarajevo y el estallido de la I Guerra Mundial separarán a los dos psicoanalistas. Ferenczi es llamado a filas y deberá hacer de médico militar. En una de sus cartas explica que, en todo ese tiempo, sólo ha podido hacer un análisis, pero 'ha sido el primero de la historia a caballo', porque se lo hizo a su comandante durante los largos ratos que pasó montando junto a su superior".

Origen de la neurosis

Judith Dupont recuerda cómo su familia, en Hugría, hablaba "del doctor y del profesor para referirse a Ferenczi y a Freud, respectivamente. Al final de su vida se habían distanciado. Las cartas que he agrupado en el tercer tomo van de 1924 a 1933, y muestran a un Freud al que no le interesa la aplicación terapéutica de sus teorías y a un Ferenczi que trabaja y reflexiona sobre 'la técnica activa', que luego opta justo por lo contrario para evitar colocarse en la posición de padre ante sus pacientes, un Ferenczi que defiende el contratransfert porque dice que le ayuda a conocer mejor a quien acude a él, o que sostiene, frente a su maestro, que en la mayoría de los casos de neurosis el origen estriba en un trauma y no en el muy presente fantasma defendido por Freud. La sexualidad infantil es otro de los temas elaborados por el doctor, que habla de la 'confusión entre los adultos y el niño' en la medida en que éste espera ternura de su relación con sus mayores y, en cambio, recibe pasión".La primera diferencia seria entre Freud y su discípulo se produce en 1923, cuando éste publica, conjuntamente con Otto Rank, un libro que el profesor criticará. Ferenczi reconsiderará sus posiciones, pero el análisis de Freud le ha dolido.

"Se reprochaba a sí mismo su dependencia, llegando incluso a relacionar la enfermedad que le costó la vida con su relación con Freud. Hay que tener en cuenta que, cuando se conocieron, en Viena había 12 personas que se dedicaban al psicoanálisis; en Berlín, seis, igual que en Budapest; en Londres, una, y en todo Estados Unidos, también sólo una", dice Dupont. "En la correspondencia", añade "también quedan muy bien reflejados los argumentos que opone Jung a la visión que Freud tenía de la sexualidad de los niños. Durante años, los textos de madurez de Ferenczi, así como su obra, fueron olvidados cuando no menospreciados. Hasta 1982, mientras Anna Freud estuvo viva, las cartas no se podían editar. Luego, a partir de la publicación, a cargo de Michel Balint, de las obras completas, se ha redescubierto a Ferenczi. Y en muchas cosas se ha visto que era muy innovador, porque las preguntas que se formulaba eran las correctas. A veces iba demasiado lejos, pero ésa era su técnica. En otras cosas el tiempo le ha dado la razón. Por ejemplo, cuando habla de la regresión, admite que puede servir para hacer revivir momentos o hechos de los que el individuo no guarda memoria".

Ahora la editorial Calmann-Levy, Judith Dupont y las 650 páginas escritas por Freud y Ferenczi permitirán reencontrar la memoria de dos gigantes del psicoanálisis y revivir el cambio de siglo que protagonizaron.

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