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El pintor Rafael Ruiz Balerdi muere en Alicante a los 57 años

El artista sufrió graves quemaduras en un accidente doméstico

El pintor donostiarra Rafael Ruiz Balerdi, de 57 años de edad, falleció ayer en el Hospital General de Alicante, a consecuencia de las quemaduras sufridas en un accidente doméstico el pasado 26 de febrero. El cadáver del pintor será enterrado esta tarde en el cementerio de Polloe, de San Sebastián. La capilla ardiente estará instalada durante toda la mañana en el salón del Trono de la Diputación Foral de Guipúzcoa. Ruiz Balerdi fue sometido el lunes a una intervención quirúrgica para practicarle injertos, agravándose su estado clínico. El pintor donostiarra presentaba quemaduras de tercer grado en el pecho, parte del abdomen y brazos, producidas al incendiarse la bata que llevaba al caer, a causa de un desvanecimiento, sobre el quemador de la cocina.

Nacido en San Sebastián el año 1934, Rafael Ruiz Balerdi no sólo fue una de las figuras emblemáticas de la vanguardia plástica vasca de las últimas décadas sino uno de los artistas más relevantes de entre todos los que han surgido en el Estado español desde que finalizó la guerra civil. Fue uno de los fundadores, en 1966, del mítico Grupo Gaúr. Escuela Vasca, cuya importancia como elemento de cohesión artística nacional en el País Vasco se calibra simplemente recordando ahora sus otros miembros: Oteiza, Chillida, Basterretxea, Amable Arias, Remigio Mendiburu, Zumeta y Sistiaga. Se presentaron entonces, mediante un manifiesto, como "un frente cultural o un colegio, una compañía de nuevos artistas vascos", y reclamaban medios de apoyo para desarrollar una exigente experimentación vanguardista y su difusión social, todo ello a partir de la conciencia de plenitud de unas señas artísticas de identidad.Rafael Ruiz Balerdi, que formaba parte del centro guipuzcoano de Gaúr, ya había dado antes claras muestras de sus exigentes búsquedas renovadoras. De hecho, se había presentado dos años antes en Madrid, en 1964, en la galería Edurne, junto con Sistiaga, con motivo de una exposición titulada Proyección sonora de un soliloquio.

Máxima proyección

Los sesenta y los setenta fueron las décadas de la máxima proyección pública de este excepcional pintor, que participó en los célebres Encuentros de Pamplona de 1972, y que, en 1974 fue objeto de una gran exposición individual sucesivamente presentada en el museo de San Telmo, de San Sebastián, y en las salas de exposiciones de la Dirección General de Bellas Artes en Madrid.A partir de entonces se apartó voluntariamente de los foros públicos y publicitarios, y, aunque no se organizó ninguna gran muestra de arte vasco contemporáneo en la que no ocupara el lugar de honor que se merecía y, asimismo, aunque el Museo de Bellas Artes de Bilbao le organizó una maravillosa exposición monográfica de dibujos en 1982, Rafael Ruiz Balerdi se concentró en la intimidad de su taller dedicándose a pintar obras de insólita belleza, donde se conjugaba su peculiar interpretación del expresionismo abstracto con un concepto religioso del gesto. Esta etapa final, dominada por un profundo sentimiento místico que estaba inspirado en la doctrina de Aurobindo, le llevó a realizar una serie de obras con tizas de colores, cuyas hermosas luces iridiscentes palpitaban con un clamor de giros danzarines, como cuando cae en trance un derviche.

Sin dejar de pintar, completamente ensimismado, y a pesar de los graves quebrantos de salud que le asediaban, Rafael Ruiz Balerdi estaba alcanzando estos años un grado de pureza estética y de exaltada belleza como pocas veces cabe encontrar. No necesitaba nada más. Sólo la vida, pero había llegado a un grado de tan sabia autosuficiencia que, pienso si incluso ésta, habiéndose él fundido tan hondamente con la naturaleza, ha podido serle arrebatada. En cualquier caso, Rafael Ruiz Balerdi, que permanece en la belleza del mundo, también nos deja una obra, a la que habrá que volver cada vez más cuanto más tiempo transcurra, pues nos será también cada vez más necesaria.

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