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El Vaticano discrimia laboralmente a las mujeres, según sus empleados laicos

Las condiciones de trabajo en el Vaticano son malas en general. Pero lo son peores para las mujeres, que se ven sistemáticamente discriminadas, según denunció ayer Valerio Arringoni, secretario de la Asociación de Empleados Laicos de la Santa Sede (ADLV). "Es un mundo que consume las esperanzas de justicia", manifestó el secretario al término de una asamblea que reunió a unos 300 trabajadores del Vaticano.Arringoni explicó que en el Vaticano "la mujer paga- el hecho de ser mujer, esposa y madre, ya que se le cierra la posibilidad no sólo de progresar en su carrera, sino de encontrar un justo encuadre profesional que le otorgue responsabilidad".

Según la ADLV, de los 2.300 empleados vaticanos, 390 son mujeres y de éstas, 130 son monjas. La mayoría se encuentra en la escala laboral más baja, con sueldos que rondan las 120.000 pesetas libres de impuestos.

Sin pluses familiares

Por otra parte, a diferencia de sus colegas del otro sexo, las trabajadoras vaticanas no gozan de pluses familiares ni pueden extender a sus hijos la asistencia sanitaria, salvo en casos excepcionales en los que el marido no trabaja o gana poco, según informó la ADLV.Por lo que se refiere a la generalidad del colectivo laboral, sin distinción de sexos, Arringoni agregó: "Si las enseñanzas del Papa (en materia de doctrina social) no son aplicables a un ámbito de trabajo tan privilegiado como es el Vaticano, que no se rige por la ley del beneficio, ¿dónde podrán serlo?". El dirigente laboral añadió: "Demasiados traba adores ven ignorados jsus títulos y su profesionalidad; demasiados siguen experimentando una falta total de seguridad en sus puestos de trabajo".

De acuerdo con el análisis de la asociación laboral, esta situación deriva de la existencia de un "vacío casi absoluto" de legislación laboral en los Estados Vaticanos. La ADLV, aun siendo tolerada, no tiene capacidad reconocida de intervenir en la negociación de los salarios, que se encuentran congelados al nivel que tenían en 1985 mientras las pensiones son las de 1984.

Tampoco hay ningún dicasterio -institución de nivel equivalente a un ministerio en un Gobierno- que se ocupe del tema, y la Oficina Laboral creada por voluntad de Juan Pablo II tiene todavía competencias tan escasas que no resulta operativa, dijo Arringoni. En consecuencia, las decisiones en materia de trabajo siguen sin tener "rostro, ni plazos, ni responsabilidad cuando se cambian las condiciones que se habían pactado".

La asamblea celebrada ayer por la ADLV concluyó con la aprobación de un documento en el que se piden nuevas normas que regulen las relaciones sindicales, poderes reales para la Oficina de Trabajo y una "reglamentación general y unificada" para todas las'administraciones porítificias", incluida la revisión periódica de los salarios..

Una versión resumida de este documento le fue entregada por la propia ADLV al presidente de la Acción Católica de los Trabajadores Italianos, Giovanni Bianchi. La asociación subrayó que en el tono de sus reivindicaciones no debe verse ninguna crítica al Papa, sino más bien el deseo de los trabajadores de llevar a la práctica la doctrina social relanzada por Juan Pablo II en su encíclica Centesimus annus.

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