Telaraña
Una tela de araña está tejiendo el Gobierno sobre los incautos ciudadanos.Primero, la Ley de Seguridad Ciudadana, con licencia para entrar en las casas de sopetón tirando de metralleta y poner contra la pared del comedor a la abuela, a los niños, a los papás de los niños y al canario flauta al grito de "¡Manos arriba!".
Segundo, la ley de datos informáticos, donde vamos a estar metidos todos. De momento ya estamos metidos millones de ciudadanos en aquellos soportes informáticos requisados por la policía a uno que se dedicaba a recopilar nuestros datos y a vendérselos a los publicitarios. No se sabe a ciencia cierta, pero en las dependencias policiales deben de seguir, a lo mejor depositados junto a otros soportes informáticos con datos de su propia cosecha, y es de suponer que una noche de cálida primavera se les alborotará la libido a los bytes de ambos soportes y les dará por aparearse con lujuria y desenfreno.
Tercero, la ley de comunicaciones, instrumento de variado uso y amplio espectro, que, entre otros etéreos fines, servirá para cerrar emisoras de radio sin necesidad de recurrir a los tribunales de justicia.
Cuarto, la reforma del Código Penal, cuya sustanciosa novedad consiste en tipificar el delito de difamación y reservarlo en exclusiva a los periodistas, lo cual no deja de ser un detalle. De manera que desvelar determinados enjuagues o informar de todo lo anterior, con sus circunstancias y sus peripecias, sin acabar en el cuartelillo va a ser francamente difícil.
Una vez tejida la telaraña, los ciudadanos quedaremos atrapados, y entonces vendrá la arañita y se nos comerá los huevos.
Claro que, en el fondo, no es tan grave: los huevos dan colesterol.
O sea, que no hay mal que por bien no venga. Franco lo sabía y duró casi 40 años. Los que no lo sabían duraron menos.