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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Criminales al volante

Soy un ciudadano de Madrid, ciudad donde nací y resido actualmente tras vivir nueve años en el extranjero, en concreto Alemania y Reino Unido. Obtuve mi permiso de conducir en Alemania y he conducido en la mayoría de los países europeos, así como en México y Estados Unidos. Conducir un vehículo es, o, mejor dicho, solía ser, un placer para mí.Desde mi vuelta a España, ya como adulto, hace cuatro años, mi actitud hacia los automóviles ha cambiado. En España, el coche no es un medio de transporte. En España, el coche es dios. Centro de nuestras vidas y final de la de muchos conciudadanos. En España, el coche puede ocupar aceras, bloquear pasos de cebra, cruces peatonales. Con frecuencia me pregunto: ¿cómo lo consiguen las personas en sillas de ruedas, los ciegos, los padres con los cochecitos de sus hijos? Pero existe un problema mayor, un problema que me atrevería a llamar vital, y que me exige, como ciudadano, la denuncia pública por medio de esta carta. Este problema son los que debo llamar criminales al volante.

Los criminales al volante viven entre nosotros y son responsables de la muerte de decenas de conciudadanos cada semana. No se caracterizan por un aspecto físico concreto. Son individuos de ambos sexos y diferentes escalas sociales, pero no son difíciles de identificar, ya que desgraciadamente abundan por las calles y carreteras españolas. Los criminales al volante son aquellos que, cuando conducimos, nos adelantan por la derecha, no guardan distancia alguna y nos atosigan con sus luces largas en el espejo para que les demos paso inmediatamente, aunque estemos adelantando a otro vehículo. Son esos que inician el adelantamiento justo antes del cambio de rasante, en pleno prohibido. Esos que sobrepasan ampliamente el límite de velocidad, que conducen con minicasete. Estoy seguro de que la mayoría de nosotros ha visto ya unos cuantos, si no sufrido sus violentos ataques. Pues bien, ahí están, moviéndose con plena libertad mientras el número de víctimas crece constantemente. Es ese número que oímos todos los domingos en las noticias. Un número más que no representa nada para nosotros, hasta que un día alguien cercano se convierte en víctima de los criminales al volante.- Héctor García Fernández.

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