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Entrevista:

"Cataluña ya no se identifica con una persona"

"Pujol se caracteriza por una ostensible y escandalosa falta de competitividad política y administrativa"

Lluís Bassets

LLUÍS BASSETS, Raimon Obiols es el primer secretario del Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC), cabeza de lista de la candidatura socialista en las elecciones al Parlament y candidato a la presidencia de la Generalitat. Es la tercera vez que intenta arrebatar la presidencia a Jordi Pujol. En esta entrevista da por cerrado el periodo en que la vida política catalana giraba en torno a la identificación nacionalista de la colectividad con una única opción política y propugna un abanico de fórmulas de gobierno entre las que destaca la gran coalición de Convergència con los socialistas. Obiols afirma sin embargo su ambición de gobierno y su confianza en un cambio de mayoría.

Pregunta. ¿Qué propone usted al elector? ¿Cuáles son sus principales objetivos?Respuesta. En primer lugar, la reducción del gasto corriente y el aumento de las inversiones en infraestructuras. Luego, un gran esfuerzo de catarsis educativa, para volver a movilizar con esperanza a la comunidad educativa, con un énfasis especial en la formación profesional. Un esfuerzo de simplificación administrativa que mejore la cantidad y la calidad de los servicios y de los equipamientos sociales y elimine desigualdades. Y cuarto, el principio de una política medioambiental en Cataluña. También me propongo desarrollar un especial esfuerzo en el tratamiento del problema de la droga y la situación de los disminuidos físicos y sensoriales. En ambos casos se trata de aplicar una concepción radicalmente nueva de cómo gobernar la Generalitat, en la que se combina centralidad y descentralización; evitar que los afectados y los problemas se sientan como pelotas de pimpón que van rebotando de un despacho a otro.

P. Estos puntos podría firmarlos su contrincante.

R. Pujol recomienda competitividad, pero él mismo se caracteriza por una ostensible y escandalosa falta de competitividad política y administrativa. Basta compararlo con el equipo de Pasqual Maragall en el Ayuntamiento de Barcelona. Lo que ha caracterizado al Gobierno de CDC es la multiplicación apoteósica de promesas y una escasísima realización práctica.

P. ¿Con quién desea gobernar usted y con quién no?

R. El cambio es posible en estas elecciones. Esta idea ha en trado. La prueba es que todos quieren casamos con los otros Todos nos ven de una forma u otra en el Gobierno. Unos en una coalición de izquierdas otros en un pacto con CDC.

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P. Desde las elecciones de 1988 el comunismo ha dejado de ser una realidad que cuente en el mundo. ¿En qué afecta al PSC?

R. La influencia de estos acontecimientos es mínima. La distinción entre voto socialista y voto comunista queda muy clara entre 1977 y 1982. No hay solapamiento ni confusión. El único problema es la evolución de la gente de tradición comunista.

P. ¿Y en el voto independentista, estimulado por la fiebre nacionalista del Este europeo?

R. Hay una novedad, que es la refundación de Esquerra Republicana y su apoyo a las tesis independentistas. Habrá que ver qué resultados electorales produce esto. Pero el hecho de que unos levanten la bandera independentista y de que otros dejen planear las ambigüedades genera respuestas de la gente que no desea ir al extranjero cuando va a su casa o a casa de sus padres.

P. ¿Y en la aparición de tendencias populistas?

R. En Cataluña no veo de momento tendencias de este tipo. No hay elementos de crispación ni candidaturas populistas. Eso no significa que deba bajarse la guardia. Ya he expresado mi preocupación ante el círculo vicioso demagogia-corrupción. Si la derecha sigue utilizando estos resortes será desbordada más pronto o más tarde. Porque además es incapaz de organizar una alternativa política creíble. ¿A quién tienen los del PP para sustituir a Solchaga? Compare con la situación que se da en Cataluña, donde el PSC sí representa una alternativa de gobierno.

P. Usted no quiere sentirse afectado por el hundimiento del comunismo. Pero no puede negar su coincidencia con la crisis de ciertos dogmas del pensamiento socialdemócrata.

R. Lo que ha dado fuerza al socialismo democrático es lo que Willy Brandt ha denominado su capacidad de generar nuevos comienzos. Yo tengo una total seguridad de que el socialismo democrático podrá encontrar nuevas pautas para enfrentar los nuevos problemas. Lo son el federalismo y el transnacionalismo. La reformulación del Estado del bienestar debe hacerse sobre un modelo federalista. El federalismo no es sólo una pauta para resolver el problema de las nacionalidades y para la construcción del Estado plurinacional europeo. También hay un federalismo social, una inspiración para adaptar los viejos mecanismos del Estado social, sobre la pauta de la descentralización, del fortalecimiento de los gobiernos intermedios, de la vida local, del mundo del voluntariado, de la economía social. Todo esto tiene poco que ver con las concesiones y retrocesos ante la ofensiva neoliberal. No estamos retrocediendo.

P. No todos parecen entender lo mismo cuando se habla de federalismo.

R. Naturalmente, porque el federalismo no es una doctrina cerrada ni un recetario, sino una tradición y una perspectiva. Mucha gente piensa de forma esquemática y nominalista que para hacer federalismo hay que modificar las instituciones o proclamar la independencia de todas las comunidades autónomas y luego celebrar una especie de juramento de Santa Gadea... Todo esto es absurdo. ¿No es federal entonces Alemania? La Constitución española permite un desarrollo federal que se está produciendo ya. El proceso de construcción europea se hace sobre pautas federales. El correlato nación-Estado ya no sirve, lleva a caminos sin salida, a aventuras y tensiones. Convergencia es el partido de la vacilación. No está ni con un modelo ni con otro.

P. ¿En qué fase se halla la explicación y el encaje de Cataluña en España desde el punto de vista del PSC?

R. Estamos en un proceso en que los PIB [producto interior bruto] regionales, desde 1982 hasta ahora, han experimentado una evolución positiva. En vez de aumentar, las diferencias han disminuido. Si en España se hubiera enquistado algo parecido al problema meridional de Italia las cosas se habrían torcido y habrían ido mal.

P. ¿No cree usted que a veces fuera de Cataluña se percibe a todos los partidos catalanes como ramas de un mismo árbol?

R. No actualmente. Es verdad que este fenómeno también se ha producido en el pasado en Cataluña. Ya se ha superado la identificación absurda de Cataluña con una persona y una política.

P. Así, ¿da usted por superada esta situación?

R. Sí, como tendencia yo la doy por superada. En estas elecciones los esquemas de actitudes excluyentes están superados. Y en el ámbito español creo que también hay una situación parecida. Además, hay que contar con otra cosa, y es el creciente papel de Barcelona.

P. Entonces, ¿da por concluido el intento que usted había denunciado de apropiación política de Cataluña por parte de una persona y de un partido?

R. No, lo que pasa es que ya no es creíble. Hay gente que todavía se lo cree, pero no cuela. Este es un país muy normal, muy europeo.

P. Esta es su tercera ocasión. ¿Será la última?

R. No me lo he planteado. Estoy lanzado en una campaña electotal con mucho más optimismo que en otras ocasiones, convencido de que se producirá un cambio político en Cataluña, y es lo único que me preocupa.

P. Pero a usted, como a Miquel Roca, les ha tocado jugar los papeles menos agradecidos.

R. El papel de Roca es menos agradecido que el mío. Yo he mandado mucho, para decirlo de alguna forma. Nadie ha tomado decisiones por mí. Cuando digo que Pujol no toma decisiones, quiero decir que no toma las decisiones que le afectan a él, pero en cambio toma muchas decisiones que afectan a los demás. Yo estoy bien haciendo lo que he hecho hasta hoy, pero ahora tengo ganas de gobernar y de gobernar en Cataluña. Quiero ganar estas elecciones.

P. ¿Si no esta vez, la próxima?

R. No me haga decir la próxima. Esta vez. Se prepara un cambio político y nosotros estamos dispuestos a encabezarlo.

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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