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Tribuna
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En la senda de la razón

El caos en Bolsa no es peligroso hasta que comienza a parecer ordenado. Partiendo del temor, el pequeño mundo de la inversión escribe día a día la crónica de un declive suavemente prolongado. La senda crítica de la razón -por utílizar un concepto en boga- no está reñida con las variaciones de los índices en los mercados de acciones que, por lo menos sobre el tapete, deberían estar prefigurando el futuro de la economía real. Si la Bolsa descuenta algo, nos aproximamos a un equilibrio inerte.Los flujos de mayor importancia se están estableciendo en grandes corporaciones de reciente formulación. Es el efecto de la terciarización de la economía sobre el sector financiero. La llamada inversión institucional no apuesta por la actividad industrial en términos directos, pero toma posiciones en lo que serán sus futuras participaciones indirectas. Las cajas fuertes no se mueven todavía con rigor, aunque apuntalan nuevas formas de control accionarial en las empresas. Los tipos de interés acompasan también una precaución que, sin embargo, no puede prolongarse. Este cuadro general desvela la lentitud de nuestros mercados ante la reactivación anunciada en Tokio y Wall Street.

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