Las inaccesibles reinas de la pasarela

"Se han comido todo, parece mentira, con lo delgaditas que están, no sé dónde lo echan", comentaba el encargado de la comida fría que se sirvió a las modelos antes de participar en el desfile de la firma Loewe, el primero de la Pasarela Cibeles de esta temporada.En el improvisado comedor del pabellón de los jardines de Cecilio Rodríguez, en el madrileño parque del Retiro, se reunió la plana mayor de las top models mundiales, que desfilaban por primera vez juntas en España. La mayoría llegó el lunes por la tarde desde París o Nueva York. Sólo Linda Evangelista, de 26 años y con un caché de dos millones de pesetas por desfile, lo hizo el mismo martes y en avión privado.

Evangelista, Naomi Campbell -la modelo negra más bella del mundo- y la rubia Karen Mulder compartieron muy sonrientes mesa, conversación, tortilla de patata y mediasnoches. La que ha sido definida como la nueva Brigitte Bardot, Claudia Schiffer, la más arreglada del grupo, dentro de su Chanel minifaldero, comió pasteles y fresas sin dirigirles la palabra. Las españolas, con los rulos a cuestas -fueron las primeras en pasar por las manos de las maquilladoras-, asaltaron el bufé con menos apetito que sus colegas foráneas. Cristina Piaget se limitó a las fresas y al agua sin gas, frente a los dos riojas y los numerosos cigarrillos rubios con los que Linda Evangelista -boina, chaqueta, camisa, pantalones y botas negras bastante sobadas- se enfrentaba al frío reinante.

Tras el almuerzo, peregrinación de estrellas para llamar al novio. El primer problema del día había surgido cuando la divina Evangelista exigió un teléfono portátil, utensilio del que carecía la organización y que hubo que comprar precipitadamente para satisfacer a Linda -que se ofreció a pagarlo de su bolsillo-, y que las modelos extranjeras usaron con profusión. Naoini Campbell -enfundada en un estrechísimo vestido estampado con mariposas y con las mismas botas de tacón que su íntima Linda- lo intentó media docena de veces sin éxito y se marchó al camerino de morros sin haber podido comunicar -quién sabe- con Robert de Niro o el devaluado Mike Tyson.

Fuera del pabellón, los fotógrafos esperaban una ocasión para retratar a las top. No la hubo. La consigna de la organización era "fotos no, entrevistas no, ruedas de prensa no". Sólo Linda Evangelista se dignó mantener una conversación con EL PAÍS, eso sí, repitiendo durante los 15 minutos que duró la entrevista la misma frase: "Two questions only" ("Sólo dos preguntas"). Sin maquillaje, con el pelo de su castaño natural y una sonrisa permanente, Evangelista habló del presente y del futuro. Afirmó que nunca pensó que llegaría a la cima en su profesión, que es muy religiosa y que cuando deje de ser modelo se dedicará a tener muchos hijos. Una ocupación que le reportará menos beneficios que los más de 200 millones de pesetas que gana al año.