¿Quién teme al 'Libro de estilo'
Lunes 3 de febrero de 1992. Diario EL PAÍS, edición nacional. En la primera página, uno se encuentra en un titular con que "ETA ultima una tregua...". Ultimar, según la RAE, es acabar una cosa. Se dice, por tanto, que ETA acaba una tregua; cuando lo que se quiere expresar es que ETA prepara una tregua o, en todo caso, ultima la preparación de... En esa misma noticia podemos leer, además, la palabra "reinicio" (que no existe), en lugar de reanudación. Ese día, podemos leer cómo los conflictos "asolan" a sus vecinos (asuelan sería lo correcto); se hacen "balances" de muertos en Argelia; se realizan "remodelaciones" en el Gobierno francés o en la ejecutiva del PSOE en Cádiz.A los premios de los 40 Principales se presentan 114 "nominaciones" (para Mecano, seis nominaciones). Como si no tuviéramos bastante con los oscars. La música la presenta, naturalmente, un "disc jockey", y no un pinchadiscos como recomienda el Libro de estilo de EL PAÍS.
Ese mismo 3 de febrero podemos leer cómo el PP hace paquetes con las medidas anticorrupción, o se recuerda que la Guardia Civil dio "pelotazos de goma" en Reinosa.
Curiosa resulta una información procedente de Chile en la que se utiliza repetidamente la palabra captores" para referirse a los se Pasa a la página siguiente Viene de la página anterior cuestradores del hijo del propietario de un periódico. Aunque no se puede decir que captores esté incorrectamente utilizado, sí que da lugar a confusión en España. Captor es el que captura, y, tratándose de personas, se suele capturar a los delincuentes.
Fuera ya de la edición del 3 de febrero, es muy normal leer en titulares de EL PAÍS la palabra "agrede" (el verbo agredir es defectivo y sólo se, conjuga en los tiempos y personas que tienen la i en sus desinencias); relanzar (usada con el significado de reactivar, cuando en realidad significa repeler); o "coaligarse" (palabra que viene de liga y no de coalición; en ese caso sería coalicionarse).
En definitiva, uno se pregunta para qué sirve el Libro de estilo de EL PAÍS si los redactores de este periódico incumplen repetidamente sus normas de obligado cumplimiento. Entre los autores tiene que cundir el desaliento cuando comprueban a diario cómo se hace caso omiso del citado manual. Les queda el consuelo de que a otros su esfuerzo nos viene muy bien.- Eduardo Rojo Díez.
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