Homenaje póstumo al profesor Cardín
Con un retraso de casi 48 horas, me llega el temido (y esperado) mensaje funerario: el profesor Alberto Cardín ha muerto. Escarbé en la tierra reverdecida de la memoria. Me trae, solícita, un recuerdo tan lejano como querido: el de mis primeros episodios en mi viaje iniciático a los bajos del saber, donde el profesor sabía emanar su sufriente y convicta rebeldía. ¡Cuántas veces abandoné mis obligaciones -académicas y extraacadémicas- para escaparme a beber del cuenco firme e insobornable de su lucidez! La observación viva y punzante, el conocimiento desgarrado y desgarrador a su vez... adquirían volumen, calor y voz ensillados al lomo de su singularísima oratoria.Acaso su persona y su obra merecieran un homenaje más riguroso que las últimas atenciones de una triste labor informativa en la fecha de su muerte. Por eso aquí va una corona de flores arrancada del silencio. Desde la vieja Universidad de Amsterdam, rueda mi adiós norteño e invernal, un adiós en el que sin duda coincidirán otros adioses impronunciados, impronunciables, y la pudorosa sombra de mi perplejidad y de mi reconocimiento. Hasta siempre.-
Universidad de Amsterdam.
