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Los guardias que sofocaron la revuelta de Remosa carecian de práctica antidisturbios

El teniente coronel Pablo Monge Mínguillón, que mandaba las fuerzas ántidisturbios enviadas a Reinosa (Cantabria) la primavera de 1987 para apagar ¡a revuelta obrera originada por la reconversión industrial, admidó ayer en la Audiencia de Santander que la preparación antidisturbios de los agentes era meramente teórica y no práctica. Incluso a escribientes de la Comandancia de Santander que habían tenido otro destino fueron enviados a Reinosa. Estas fueron las primeras declaraciones del juicio que,se inició ayer por la muerte del trabajador Gonzalo Ruiz durante la revuelta.

Monge, que se sentó en el banquillo junto a Álvairo Gutiérrez Cantón, hoy comandante destinado en Bilbao y entonces capitán, y seis agentes, sie acogió al derecho, como todos los inculpados, de no contestar a las preguntas de la acusación privada ejercida por el abogado Javier Gómez Acebo, en representación de la Asociación Contra la Tortura y de la viuda de Gonzalo Ruiz, el trabajador muerto por la inhalación de gases tóxicos.Monge confesó que su unidad, carecía de guardias especialistas y que le pareció correcta la operación realizada en el garaje de Matamorosa (proximidades de Reinosa), donde Ruiz y otros trabajadores se habían refugiado. "Por aquella época [1987], no había agentes especiafliados, en antidisturbios", declaró.

Los dos agentes autores materiales del lanzamiento a mano de sendos botes de humo al interior del garaje, Juan Anthonissen Varón y Eugenio Legasa Herrera, declararon a la sala que aquellos carecían de peligrosidad. "A lo sumo producen tos e irritación en los ojos pero no la muerte", indicaron.

Actuación "correcta"

Sin embargo los patólogos del hospital Marqués de Valdecilla de San ' tander, que declararán hoy, atribuyeron el fallecimiento de Gonzalo Ruiz a la inhalación de gases tóxicos contenidos por lbs envases (cloruro de zinc, hexacloroeta nó y sulfuro de antimonio).En un bote recogido por un vecino de Matamorosa podía leerse la inscripción:. "Utilizar sólo en espacios libres, abiertos y bien aireados". El bote fue mostrado a Monge. Éste y el comandante Gutiérrez Cantónadmitieron que se enteraron de la,existencia de tales recomendaciones por la prensa.

El teniente coronel Monge, tras leer la advertencia escrita en el bote de humo, declaró que, tras haber reflexionado posteriormente sobre la cuestión, sigue considerando que el lanzamiento de botes de humo al interiór del garaje fue correcto.

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Álvaro Gutiérrez Cantón coincidió con Pablo Monge en exaltar el carácter extremo de la situación. "Había en las calles dé Reinosa", dijo, "entre 800 y 900 personas divididas en núcleos. No teníamosfuerzas suficientes para detener a tantos individuóá que estaban cometiendo delitos contra el orden público. Desde los montes cercanos y en cualquier calle éramos hostigados y apedreados, había individlios provistos de barrillas dotadas de pinchos afilaídos, otros manejaban tirachinas para lanzarnos rodamientos y de las ventanas podían caer objetos grandes y contundentes. Siempre estábamos bajo la amenaza de una. emboscada e incluso se habló de la posibilidad de que fuese volado el túnel del ferrocarril". Los trabajadores procedentes de Reinosa para presenciar el juicio soltaron una sonora carcajada al oir esta declaración.

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