30 de enero, San Fermin
Diez toros se escapan de una finca de Rivas-Vaciamadrid y hieren a dos personas
Maruja andaba ayer pintando la casita que se está construyendo con su marido frente al vertedero de Valdemingómez, allá por el término municipal de Rivas-Vaciamadrid. Levantó la mirada. Dieztoros, perseguidos de cerca por un hombre a caballo, se le venían encima. Semejante visión apocalíptica le cortó la respiración, pero tuvo tiempo de recoger a sus cinco críos y encerrarse en la obra. "¡Huyyy qué miedoooo!", decía, abriendo mucho los ojos. "¡Eran toros, toros bravos!". Era el comienzo de un encierro improvisado que duró seis horas y terminó con dos personas heridas y dos toros muertos. En esta ocasión, las reses corrieron delante de las fuerzas de seguridad.
Nadie conocía ayer las circunstancias en las que los diez toros se escaparon de una finca cercana, poco después de las dos de la tarde. Después de pasar por la casa de Maruja y su familia, las reses siguieron camino adelante. Una de ellas, más osada, cruzó la carretera N-III y apareció de pronto en la urbanización Pablo Iglesias, a las afueras de Rivas. Por el camino dio un revolcón a Manuela Torres Crespo, vecina de Arganda, que esperaba al autobús en la parada de Los Arcos. Manuela permanecía anoche en observación en el hospital Gregorio Marañon.Por entonces, a la Guardia Civil y a la Policía Local de Rivas se habían unido efectivos de la Policía Municipal de Madrid y del Cuerpo Nacional de Policía, un tanto desconcertados ante una operación tan inusual.En el colegio de EGB de la urbanización, la llamada de un padre dio la alerta. "Nos dijo que había varios toros sueltos. Yo llamé a la Guardia Civil yme dijeron que retuviera a los niños. A eso de las cuatro y media nos llamaron para decir que todo había pasado, que habían matado al toro aquí al lado", explicaba la directora del centro, Ascensión Sevilla.Mientras, las fuerzas de seguridad, ayudadas por voluntarios, habían acorralado a otros siete toros en las proximidades del vertedero.
Sobre las cinco y media de la tarde, una patrulla de la Policía Municipal tuvo su faena particular con el noveno astado, que arremetió contra uno de los agentes. El toro fue abatido a tiros y el agente trasladado a una casa de socorro. Su estado no revestía gravedad, según un portavoz policial. El décimo toro fue capturado sobre las ocho de la tarde.
En medio de la confusión, el conductor de la grúa, que tuvo que seguir a la policía para trasladar los cadáveres de los dos toros, no daba crédito: "¡Y yo que pensaba que tenía que ir a recoger un toro mecánico en algún local!".
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